NACIONES UNIDAS – En agosto de 2003, las Naciones Unidas afrontaron una de sus violentas tragedias cuando un ataque terrorista contra la sede de la ONU en Bagdad se cobró la vida de 22 personas.
Entre los asesinados se encontraba el brasileño Sergio Vieira de Mello, enviado de la ONU en Iraq y alto comisionado para los Derechos Humanos, que contaba con una larga y distinguida carrera en la ONU de más de 30 años.
Mientras la ONU conmemoraba este año el Día Mundial de la Asistencia Humanitaria el 19 de agosto, seguía enfrentándose al creciente número de víctimas mortales tanto entre sus trabajadores humanitarios como entre el personal de mantenimiento de la paz en todo el mundo.
El día conmemorativo fue establecido por la Asamblea General en 2008, eligiendo como fecha el atentado de 2003 en Bagdad.
En el último recuento, al menos 254 trabajadores humanitarios han muerto desde que comenzó la actual guerra de 10 meses en Gaza el 7 de octubre del año pasado, y unos 188 trabajaban para la Unrwa, la agencia de la ONU para los refugiados palestinos en Medio Oriente.
Según la ONU, «2023 fue el año más mortífero registrado para los trabajadores humanitarios y 2024 va camino de ser aún peor».
En una declaración con motivo del Día Mundial de la Asistencia Humanitaria, Dennis Francis, presidente de la Asamblea General de 193 miembros, afirmó que las organizaciones humanitarias de todo el mundo se han unido para pedir la protección de los civiles y el personal humanitario, así como para garantizar su acceso seguro y sin obstáculos, incluso a través de las líneas de conflicto.
«Deben cesar los ataques contra el personal humanitario y los bienes humanitarios, así como contra la población civil y las infraestructuras civiles», afirmó.
Además de la ONU y sus agencias, algunas de las organizaciones humanitarias del mundo en zonas de guerra son Médicos Sin Fronteras, Care Internacional, Save the Children y el Comité Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja.
En abril, siete miembros de World Central Kitchen (WCK) murieron en un ataque aéreo israelí en Gaza. La WCK declaró que su equipo viajaba en una zona no conflictiva en dos vehículos blindados con el logotipo visible de la WCK y en un trayecto establecido previamente.
A pesar de coordinar sus movimientos con las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF, en inglés), el convoy fue alcanzado cuando salía del almacén de Deir al Balah, donde el equipo había descargado más de 100 toneladas de ayuda alimentaria humanitaria llevada a Gaza por vía marítima.
«No es solo un ataque contra el WCK, es un ataque contra las organizaciones humanitarias que aparecen en las situaciones más terribles, en las que los alimentos se utilizan como arma de guerra. Es imperdonable», declaró Erin Gore, directora ejecutiva de WCK.
Los siete asesinados procedían de Australia, Polonia, Reino Unido, un ciudadano con doble nacionalidad estadounidense y canadiense, y Palestina.
«Tengo el corazón roto y estoy consternada por el hecho de que WCK y todo el mundo hayamos perdido hermosas vidas a causa de un ataque selectivo de las FDI. El amor que sentían por alimentar a la gente, la determinación que encarnaban para demostrar que la humanidad está por encima de todo, y el impacto que tuvieron en innumerables vidas serán recordados y apreciados para siempre», declaró Gore.
Según la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (Ocha), más de la mitad de las 2023 muertes se registraron en los tres primeros meses -de octubre a diciembre- de las hostilidades en Gaza, en su mayoría como consecuencia de ataques aéreos.
Los niveles extremos de violencia en Sudán y Sudán del Sur también han contribuido a la trágica cifra de muertes, tanto en 2023 como en 2024. En todos estos conflictos, la mayoría de las víctimas son personal nacional. Asimismo, muchos trabajadores humanitarios siguen detenidos en Yemen.
«La normalización de la violencia contra los trabajadores humanitarios y la falta de rendición de cuentas son inaceptables, inconcebibles y enormemente perjudiciales para las operaciones de ayuda en todo el mundo», expuso Joyce Msuya, secretaria general adjunta interina de Asuntos Humanitarios y Coordinadora del Socorro de Emergencia.
«Hoy reiteramos nuestra exigencia de que las personas en el poder actúen para poner fin a las violaciones contra la población civil y a la impunidad con la que se cometen estos atroces ataques», añadió.
En el Día Mundial de la Asistencia Humanitaria, los trabajadores humanitarios y quienes apoyan sus esfuerzos en todo el mundo organizaron actos para solidarizarse y llamar la atención sobre el horrible número de víctimas de los conflictos armados, incluido el personal humanitario.
Todo el mundo puede sumar su voz uniéndose y amplificando la campaña digital utilizando la etiqueta #ActforHumanity.
Mientras tanto, el personal de mantenimiento de la paz de la ONU se considera prácticamente humanitario -aunque con una vertiente militar- en países en conflicto y zonas de guerra, donde también es vulnerable a los ataques.
Al menos 11 miembros del personal de las Naciones Unidas -siete militares y cuatro civiles- murieron en ataques deliberados en 2023, señaló el Comité Permanente del Sindicato del Personal de las Naciones Unidas sobre la Seguridad y la Independencia de la Administración Pública Internacional.
Además, 32 miembros del personal de mantenimiento de la paz de la ONU -28 militares y cuatro policías, entre ellos una mujer policía- murieron en ataques deliberados en 2022, señaló el Sindicato del Personal de las Naciones Unidas.
Por noveno año consecutivo, la Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de las Naciones Unidas en Malí (Minusma) fue la más mortífera para el personal de mantenimiento de la paz, con 14 víctimas mortales.
La siguieron con 13 víctimas mortales, la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en la República Democrática del Congo (Monusco), cuatro víctimas mortales en la Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de las Naciones Unidas en la República Centroafricana (Minusca) y una víctima mortal de la Fuerza Provisional de las Naciones Unidas en el Líbano (Fpnul).
Las cifras de los años precedentes son las siguientes: 2021 (25 muertos); 2020 (15 muertos); 2019 (28 muertos); 2018 (34 muertos); 2017 (71 muertos); 2016 (32 muertos); 2015 (51 muertos); 2014 (61 muertos); 2013 (58 muertos); 2012 (37 muertos); 2011 (35 muertos); y 2010 (15 muertos).
Roderic Grigson, quien estuvo con la Fuerza de Emergencia de la ONU (Unef II) en la frontera egipcio-israelí, dijo a IPS que las tareas de una fuerza de paz son extremadamente peligrosas.
«Nuestro trabajo como fuerzas de paz era interponernos entre dos fuerzas enfrentadas y mantenerlas separadas mientras se llevaban a cabo las negociaciones de paz en la sede de la ONU en Nueva York o en cualquier otro lugar», dijo.
A veces, añadió, esas negociaciones tardaban años en producirse. «El entorno en el que trabajábamos era a menudo una zona de guerra reciente, sembrada de proyectiles y minas sin explotar y de los detritus de la guerra», explicó.
«Las fuerzas contrarias siempre consideraron sospechosas a las fuerzas de paz de la ONU, y tuvimos que esforzarnos mucho para ganarnos su confianza. Al atravesar las líneas del frente para entrar en la zona tampón, había que mantenerse alerta», añadió.
Detalló que «nunca estábamos solos y siempre estábamos en contacto con el cuartel general a través de las radios UHF de los vehículos de la ONU, claramente señalizados».
Actualmente, Grison se dedica a enseñar, asesorar y apoyar a escritores en la ciudad australiana de Melbourne, al mismo tiempo que dirige una editorial para autores que desean autopublicar sus historias.
Por experiencia personal, consideró, «puedo afirmar que me han disparado varias veces, que he tenido que llevar casco y chaleco antibalas mientras trabajaba, y que he sufrido bombardeos por parte de las dos fuerzas enfrentadas que querían dejar claro su punto de vista durante las negociaciones en curso».
«Uno de mis colegas murió mientras conducía el camión del correo diario cuando la carretera fue minada durante la noche», concluyó Grigson.
T: MF / ED: EG
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