El uno por ciento más rico tiene más riqueza que el 95 % más pobre

 

Amitabh Behar (centro), director ejecutivo de Oxfam, expone en la Asociación de Corresponsales de las Naciones Unidas. Su coalición de lucha contra la pobreza sostiene que las propuestas de la ONU para encarar grandes problemas de la población mundial son sobrepasados por los intereses de las grandes corporaciones. Imagen: Oxfam

LONDRES – El uno por ciento más rico del mundo tiene más riqueza que el 95 % del resto de la humanidad y las corporaciones monopolistas son las que dan forma a las decisiones globales y a las reglas para enriquecerse, mientras frustran el progreso, denunció en un nuevo informe la coalición internacional contra pobreza Oxfam.

Amitabh Behar, director ejecutivo de Oxfam Internacional, afirmó que “los ultrarricos y las megacorporaciones que controlan están dando forma a las reglas globales para servir a sus intereses a expensas de las personas en todas partes”, al presentar el informe “Multilateralismo en una era de oligarquía global”.

Mientras la Asamblea General de las Naciones Unidas iniciaba este martes 24 su 79 período anual de sesiones, Behar observó que “el icónico podio de la ONU se siente cada vez más disminuido en un mundo en el que los multimillonarios son los que toman las decisiones”.

Según su informe, más de un tercio de las 50 corporaciones más grandes del mundo, con un valor de 13,3 billones (millones de millones) de dólares, ahora están dirigidas por un multimillonario o tienen a un multimillonario como accionista principal.

Por contraste, los países del Sur Global poseen solo 31 % de la riqueza mundial, a pesar de albergar al 79 % de la población mundial.

El documento advierte que los esfuerzos multilaterales para responder a los desafíos globales críticos, incluida la crisis climática y la pobreza y la desigualdad persistentes, están siendo socavados por los ultrarricos y las megacorporaciones que alimentan la desigualdad dentro y entre los países.

Describe un “movimiento hacia una oligarquía global”, donde los ultrarricos, a menudo a través de sus corporaciones cada vez más monopolistas, dan forma a la toma de decisiones políticas globales y las reglas para enriquecerse mientras frustran el progreso global vital.

Resalta que el uno por ciento más rico posee 43 % de todos los activos financieros globales. Los “tres grandes” administradores de activos con sede en Estados Unidos —BlackRock, State Street y Vanguard— poseen 20 billones de dólares en activos, cerca de una quinta parte de todos los activos invertibles en el mundo.

En otro ejemplo, solo dos corporaciones controlan 40 % del mercado mundial de semillas.

“En los últimos años, las corporaciones ultrarricas y poderosas han utilizado su enorme influencia para socavar los esfuerzos por resolver grandes problemas globales, como abordar la evasión fiscal, poner a disposición del mundo las vacunas contra la covid-19 y cancelar el lastre de la deuda soberana”, afirmó Behar.

Oxfam detalla tres ejemplos recientes de desigualdad extrema que erosionan los esfuerzos multilaterales, y en los que la sociedad civil y los líderes del Sur Global han ofrecido soluciones para acabar con la desigualdad:

Las corporaciones poderosas socavan la cooperación fiscal: el marco inclusivo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde) y el Grupo de los 20 (G20), de economías industrializadas y emergentes, sobre Erosión de la Base Imponible y Reparto de Beneficios, no logró materializar su potencial.

De ese modo las corporaciones han mantenido erosionada la base imponible de muchos Estados y dirigido buena parte de sus beneficios a paraísos fiscales.

En cambio, los países del Sur Global, encabezados por los países africanos, avanzan en negociaciones para una convención fiscal más justa en la ONU que, junto con el liderazgo de Brasil en el G20, ofrezca una vía para gravar de manera justa a los superricos y las megacorporaciones.

Brasil se apresta a presentar en la cumbre del G20 prevista para finales de año en Río de Janeiro una propuesta para pechar con un nuevo impuesto a las 3000 mayores fortunas del mundo, y destinar esos recursos a combatir el hambre y la pobreza.

Otro ejemplo es que las grandes farmacéuticas se resisten a los esfuerzos por romper sus monopolios sobre las tecnologías de las vacunas contra la covid para desbloquear el suministro, pues el control monopólico fue muy rentable durante la pandemia.

Solo en 2021, los siete mayores fabricantes generaron un beneficio neto estimado de 50 000 millones de dólares por la venta de vacunas contra la covid, lo que se tradujo en enormes pagos a los accionistas ricos y en el surgimiento de nuevos multimillonarios de las vacunas.

El director ejecutivo de Pfizer, Albert Bourla, calificó el llamamiento a compartir las tecnologías de las vacunas contra la covid como “una tontería peligrosa”. El hecho de no compartir equitativamente las vacunas contribuyó a que se produjeran hasta 1,3 millones de muertes adicionales en todo el mundo.

Otro caso: los acreedores privados agravan la crisis de la deuda mundial, marcada por el hecho de que los países de bajos ingresos gastan casi 40 % de sus presupuestos anuales en el servicio de la deuda, 60 % más de lo que gastan en educación, salud y protección social juntas.

Más de la mitad de la deuda externa de los países de bajos y medianos ingresos se debe a prestamistas privados como bancos y fondos de cobertura.

Algunos de estos acreedores son “fondos buitres”, que compran deuda en problemas a bajo precio y aprovechan mecanismos legales para pagarla en su totalidad, obteniendo ganancias a cambio de una suma de dinero superior a la que deberían.

También recoge el informe que la fortuna de los hogares de la población ultrarrica, tres por ciento del producto interno bruto mundial en 1987, representa 13 % en la actualidad, mientras que la desigualdad económica ha alcanzado un nivel extremo.

A-E/HM

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