Augusto Tamayo ha sido distinguido como personalidad meritoria de la cultura, destacando su contribución al cine peruano. Parte de la generación de directores que emergió entre las décadas de 1970 y 1980, Tamayo inició su carrera en el largometraje como asistente de dirección en Muerte al amanecer (1977), ópera prima de Francisco Lombardi. Posteriormente, dirigió uno de los segmentos de Cuentos inmorales, una obra colectiva que presentó a varios realizadores.
A lo largo de su carrera, ha producido numerosos títulos, siendo La fuga del Chacal (1987) uno de los más destacados. Esta película se convirtió en el filme peruano que atrajo a más público al cine en 26 años, hasta que fue superada por el fenómeno Asu mare.
La temática de sus obras abarca tanto el género de acción y policial como el retrato histórico. Es quizás el director que más ha explorado el cine de corte histórico en Perú, abordando períodos que van desde el Virreinato hasta los inicios del siglo XX.
Entre sus películas más notables se encuentran El bien esquivo y Una sombra al frente, ambas protagonizadas por el recordado Diego Bertie. También es destacable su obra La vigilia, que mezcla un enfoque policial con la exploración de la arquitectura limeña, reflejando otra de las pasiones de Tamayo. En este filme, la participación rebelde de Stephanie Orué añade un toque singular.
Además, Tamayo ha creado películas dedicadas a dos figuras femeninas clave de la cultura peruana: la francoperuana Flora Tristán, representada en La herencia de Flora, y Santa Rosa de Lima, en Rosa mística. Su legado cinematográfico sigue siendo fundamental en la historia del cine peruano.
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