Ante estas realidades sin una hendija hacia la apertura democrática, ¿qué podemos hacer desde el periodismo para evitar el creciente deterioro de las democracias? Es la pregunta que se planteó en el último seminario online del Foro Pamela Howard de Cobertura de Crisis, de IJNet, en el que participaron Gabriel Labrador de El Faro (El Salvador), Octavio Enriquez (Nicaragua) de ConnectasMaría Fernanda Rodríguez del newsletter Soy Arepita (Venezuela) y José Nieves de El Toque (Cuba).

“El Salvador avanza hacia estadios de represión y desde la prensa, debemos continuar vigentes, relevantes para las audiencias y no distraernos con cortinas de humo que debemos correr y para centrarnos en los temas que a la población le interesan, la seguridad, la salud, la deuda”, lanzó Labrador en su primera intervención.

La represión y persecución política se manifiesta de diversas maneras. Labrador contó que en su país se agrava la violencia digital, las amenazas legales, el seguimiento cibernético y todo tipo de persecución que buscan “retirarle el crédito a la prensa”. Esa realidad entorpece el camino del periodismo como servicio público y transparente porque se ve confrontado a un discurso de desprestigio con el cual tiene que batallar.

En las palabras de Enriquez, “el mejor antídoto contra el autoritarismo es un buen periodismo”. Y para lograrlo, enlaza esa idea con la importancia de formar a la ciudadanía. “Los regímenes totalitarios le temen a los ciudadanos bien informados. En Nicaragua hemos denunciado corrupción y violaciones a los derechos humanos. No callar es fundamental”, asevera desde el exilio. En esos contextos, no callar implica proteger a las fuentes para no exponerlas a ningún riesgo. “Resulta fundamental extremar los cuidados con las identidades de las personas entrevistadas y mantener el compromiso con los ciudadanos”, agrega.

La discusión sobre el papel del periodismo en la protección de las democracias abrió la puerta a otro tema crucial, señalado por Rodríguez. Según ella, el periodismo debe ir más allá de reportar noticias. «Debe tejer conexiones entre hechos que a simple vista parecen aislados, pero que están interrelacionados, mientras los líderes políticos intentan enmarcarlos dentro de agendas ideológicas. Eso es lo que hacen los dictadores», subraya. Un ejemplo reciente de esta situación en Venezuela fueron las cifras alarmantes de personas detenidas tras las últimas elecciones. «Entre esas más de 2.000 personas detenidas había adolescentes y adultos mayores, y al visibilizar esta realidad logramos un impacto positivo en la audiencia venezolana, lo que contribuyó a que el régimen liberara a una parte de los detenidos», explica Rodríguez.

La crisis estructural de las democracias en estos países no derrumba a la resistencia y la fuerza del periodismo. Nieves asegura que resistir es válido tanto desde dentro del país como desde afuera. “La condición es seguir publicando. Esa es la evidencia de la resistencia. Los medios cubanos en el exterior demuestran que se puede y que hay que seguir impactando y creando información alternativa”.

¿Es posible involucrarse en movilizaciones antidictatoriales sin perder la imparcialidad?

Movilizarse es un acto de la democracia. Las marchas son demostraciones ciudadanas para exigir respeto a los derechos humanos. Aun así, Labrador defiende la idea de resistir publicando, creando alianzas periodísticas. “No es que estén peleadas las dos formas, movilizarse y hacer periodismo, pero la ciudadanía espera de nosotros hablar con nuestro criterio y método de trabajo y así mantener a la prensa vigente. Nuestro rol tiene sentido en la lucha por la democracia”, concluye.

En Nicaragua, el derecho a la protesta ha estado severamente restringido desde abril de 2018 debido a la represión del gobierno de Ortega cuando la ciudadanía se manifestó con demandas de democratización y fin de la corrupción. A pesar de las condenas a la represión, Ortega ha desafiado las críticas. “Hay cosas por las que sí podemos tomar partido como periodistas: la democracia y los derechos humanos son valores con los que debemos comprometernos. Frente a eso yo me posiciono”, afirma Enriquez.

¿Cómo se plantean los límites, compatibilidades – o no – entre activismo y periodismo en estos contextos de represión? Rodríguez lo explica estableciendo divisiones de una y otra categoría. “El periodista no es activista, pero sí es un defensor de derechos humanos. Por ello, tenemos que levantar la voz cuando hay violaciones y ser influenciadores de la opinión pública, con veracidad”. En esa línea, Nieves subraya que el periodismo recurre a otras herramientas centradas en la verificación de informaciones, la investigación y la educación. “Trabajamos mano a mano con los activistas, aunque desde otros recursos y métodos”.

Puedes ver el seminario online completo aquí:


Imagen principal: protesta sobre la dictadura en Cuba en Madrid, de Jo Kassis en Pexels. 

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