WASHINGTON.- Las elecciones presidenciales representan este 5 de noviembre la segunda gran oportunidad de romper el último gran techo de cristal que se mantiene para las mujeres en la primera línea de la política de Estados Unidos. La actual vicepresidenta, Kamala Harris, que ya hizo historia como ‘número dos’ de la Administración hace cuatro años, aspira ahora al puesto que no pudo alcanzar hace ocho años su compañera Hillary Clinton.
La de Estados Unidos es una historia de pasos cortos para la igualdad de género en política que comenzó en el año 1866, cuando Elizabeth Cady Stanton se convirtió en la primera mujer en presentarse como candidata a la Cámara de Representantes, aunque técnicamente no podía salir elegida. Se postuló como independiente en el estado de Nueva York y logró 24 votos de 12.000.
Once años más tarde, Susanna Salter se convirtió en la primera alcaldesa del país al salir elegida en Argonia, una localidad de Arkansas, y no sería hasta 1916 cuando una mujer, Jeannette Rankin, logró un escaño en el Congreso. Estuvo en la Cámara de Representantes durante dos años y volvió después en la década de los cuarenta, convirtiéndose en la única persona en votar en contra de la entrada de Estados Unidos en las dos guerras mundiales.
Estos pasos se habían logrado en una época en la que las mujeres ni siquiera tenían derecho de sufragio, puesto que éste no llegó hasta 1920 con la entrada en vigor de la Decimonovena Enmienda de la Constitución. «El derecho de los ciudadanos de Estados Unidos a votar no será negado ni restringido por Estados Unidos ni por ningún estado por razón de sexo», reza el texto.
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Dos años después, en 1922, el Senado se abrió por primera vez a una mujer, Rebecca Latimer Felton, aunque sólo ejerció un día como congresista, y en 1925 Nellie Tayloe Ross alcanzó un inédito puesto de gobernadora, en Wyoming, al suceder a su difunto marido. Frances Perkins, por su parte, ha pasado a la historia como la primera mujer en formar parte del Gobierno al obtener de manos de Franklin D. Roosevelt la cartera de Trabajo.
EL SALTO DEFINITIVO SE HIZO ESPERAR
La mujer fue ganando presencia en las décadas siguientes en la esfera política de Estados Unidos, dominada históricamente por hombres blancos. La primera línea se abrió poco a poco pero no fue hasta 2007 cuando una mujer fue elegida como presidenta de la Cámara de Representantes, el tercer puesto con mayor poder de Estados Unidos –sólo por detrás de Presidencia y Vicepresidencia–.
La demócrata Nancy Pelosi, que ya cinco años antes había logrado un hito al erigirse en jefa de su grupo parlamentario, dio un paso adelante como presidenta de la Cámara Baja. Ostentó el cargo durante cuatro años, hasta enero de 2011, si bien pudo regresar de nuevo entre enero de 2019 y enero de 2023.
La campaña electoral de 2008 marcó otro simbólico punto de inflexión en materia de igualdad, ya que por primera vez una mujer, Hillary Clinton, se impuso en una votación de elecciones primarias. La republicana Sarah Palin salió a la postre elegida candidata a vicepresidenta por el Partido Republicano, por lo que en los comicios presidenciales de ese año hubo una mujer en el ‘ticket’ principal de una de las dos grandes formaciones.
Sin embargo, ni Clinton logró la candidatura final de los demócratas ni Palin pudo llegar a la Vicepresidencia. Hubo que esperar otros ocho años, hasta 2016, para que una mujer, de nuevo Clinton, se convirtiese en candidata a la Casa Blanca, mientras que en 2021 Kamala Harris pudo llegar a la Vicepresidencia como ‘número dos’ del aún presidente, Joe Biden.
IGUALDAD REAL AÚN LEJANA
La igualdad dista mucho de ser total, como lo acredita que en la actual legislatura apenas un 28,3 por ciento de los escaños del Congreso federal lo ocupen mujeres –el dato cae al 25 por ciento en el caso del Senado–. Se trata en cualquier caso de un récord, al igual que el hecho de que haya doce mujeres gobernadoras, según el Centro para Mujeres y Política de Estados Unidos (CAWP, por sus siglas en inglés).
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Desde ONU Mujeres, Julie Ballington, experta en participación y liderazgo político, recuerda que en sistemas presidencialistas como el de Estados Unidos la elección de una mujer como mandataria es «más difícil», ya que tienden a «exacerbar las barreras» más que en los parlamentarios. Así, incide en declaraciones a Europa Press en cuestiones como el «sesgo estructural» o «la falta de apoyo del electorado».
A día de hoy, 28 países tienen a una mujer como jefa de Estado o de Gobierno, un avance «modesto» en comparación con los 18 de hace una década, en su opinión. Entre los 20 países más poblados, cuatro están dirigidos por una mujer a nivel presidencial o gubernamental, entre ellos México, recién incorporado a esta lista de la mano de Claudia Sheinbaum.
Ballington avisa, además, de que las mujeres en política deben hacer frente a otras formas de «acoso y discriminación» por razones de género que buscan en última instancia «disuadir su participación» en los diferentes niveles de la administración, independientemente del país. Presión, señala, que se extiende ahora al ámbito digital, mediante publicaciones discriminatorias o imágenes generadas por inteligencia artificial.
Europa Press