ESTADOS UNIDOS.- El Banco Mundial prevé que las economías en desarrollo, que aportan el 60% del crecimiento mundial, terminarán el primer cuarto del siglo XXI con las perspectivas de crecimiento a largo plazo más débiles desde el 2000, según su último informe ‘Perspectivas de la economía mundial’.
«Aunque la economía mundial se estabilice en los próximos dos años, se prevé que las economías en desarrollo avancen más lentamente a la hora de alcanzar los niveles de renta de las economías avanzadas», indicó.
El organismo multilateral anticipa un crecimiento del 2,7% tanto en 2025 como en 2026, esto es idéntica cifra a la de 2024, gracias a la disminución gradual de la inflación y los tipos de interés. En su caso, los países en desarrollo avanzarán sobre un 4% en los próximos dos ejercicios.
Sin embargo, esto estaría por debajo del ritmo prepandémico y sería «insuficiente» para impulsar un progreso necesario que alivie la pobreza y derive en mayores cuotas de bienestar.
En este sentido, el documento ha destacado como la integración económica mundial «se ha desinflado» desde la crisis de 2007-2008. Por ejemplo, la proporción de la inversión extranjera directa como porcentaje del PIB ha caído en las naciones en desarrollo hasta más o menos la mitad de lo registrado a principios de los 2000.
Asimismo, las restricciones al comercio en 2024 fueron cinco veces superiores a la media de 2010 a 2019. El Banco Mundial apuntó que esto ha resultado en que el crecimiento promedio se haya reducido desde el 5,9% de los 2000 y el 5,1% de la década pasada al 3,5% de la actual.
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Desde 2014, con la excepción de China e India, las tasas de crecimiento de la renta per cápita en las economías en desarrollo han sido medio punto porcentual inferiores a las de las economías ricas, lo que ha ampliado la brecha entre ricos y pobres.
«Los próximos 25 años serán más duros para las economías en desarrollo que los últimos 25», resumió el economista jefe del Banco Mundial y vicepresidente de la división de economía del desarrollo, Indermit Gill.
«Han aparecido vientos en contra: la elevada carga de la deuda, el débil crecimiento de la inversión y la productividad, y los crecientes costes del cambio climático. En los próximos años, las economías en desarrollo necesitarán una nueva hoja de ruta que haga hincapié en las reformas internas para acelerar la inversión privada, profundizar las relaciones comerciales y promover un uso más eficiente del capital, el talento y la energía», elaboró.
Todas estas medidas, y la construcción de infraestructuras y el aprovechamiento del capital humano, contrarrestarían los vientos en contra, cuyos mayores riesgos son la incertidumbre, por cuanto reduce la confianza inversora y los flujos financieros, así como las tensiones comerciales y la inflación.
Además, la buena marcha de grandes potencias como los Estados Unidos o China serán clave para el correcto desempeño de las economías en vías de desarrollo en el futuro.
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Europa Press