Tengo los años suficientes para decir, con orgullo, que pude ver en cancha a los tres futbolistas más importantes de la historia: Pelé en los 70, Maradona en los 80 y Messi en el 2000. Repaso cada imagen en la memoria, pienso en sus jugadas, reviso mis archivos y me cuesta encontrar palabras para definirlos. Por eso, me emociona la algarabía con que cientos de niños y niñas fueron a ver la otra noche a Lionel Messi, acompañados por sus familias: han empezado a lo grande el álbum de sus recuerdos futboleros más queridos.
Leo una nota en los diarios peruanos y es en «El Comercio» donde encuentro la frase que dimensiona con exactitud lo que significa la presencia de ‘crack’ argentino en la capital. Dice: «Lionel Messi remeció Lima y no se olvidó de Perú tras visitar a Universitario de Deportes con Inter de Miami». Pasa que, a través de sus redes sociales, el ídolo mundial tomó la palabra para enviarle un mensaje al público nacional, dejando claro su agradecimiento: al minuto 72 del encuentro jugado el miércoles en el Monumental, 50 mil personas se pusieron de pie para aplaudirlo. “Seguimos preparándonos… ¡Gracias Perú por el cariño!”, señaló el campeón del mundo en Qatar 2022 mediante una publicación en Instagram, junto a unas fotografías de su paso por el Monumental enfrentando a la ‘U’.
Esto ya había ocurrido con Pelé y Maradona sólo que eran otros tiempos: sin teléfono celular, sin redes que todo lo viralizan. Yo fui testigo de cómo un Diego agradecido por la hospitalidad peruana, me acompañaba a la clínica donde estaba lesionado Héctor un Chumpitaz, solo para saludarlo.
La semana, sin embargo, recibió otra visita «marciana»: el ‘streaming’ estadounidense Darren Jason Watkins, conocido como ‘Speed’, hizo una multitudinaria transmisión desde Lima y la comida no pudo faltar: 35 millones de todo el mundo seguían sub ‘streaming’, esa velocidad en la que hoy se conectan los jóvenes donde ‘Speed’ fue, sobre todo, un embajador de nuestra gastronomía: desde tamales hasta pan con chicharrón, de todo probó.
La presentación en el balcón de la Municipalidad de Lima, junto al Alcalde Rafael López Aliaga , me invita a una reflexión más allá de los gustos que puden ser muy viarados: los que llenaron la Plaza Mayor necesitan alguien que les de voz, no quién les diga que decir.