Durante décadas, Pantaleón y las visitadoras fue más que una novela polémica de Mario Vargas Llosa una historia que desafió regímenes, sobrevivió a la censura y encontró su momento justo, 24 años después, para convertirse en un clásico del cine peruano.
Lo que comenzó como una cinta prohibida en 1975 y calificada por el propio autor como “una catástrofe”— terminó siendo, en 1999, un fenómeno de taquilla que unió a toda una nueva generación de peruanos. Lo curioso: lo logró de la mano de actores que luego serían íconos de la cultura pop nacional en Al fondo hay sitio.
“La primera vez nos callaron; la segunda vez, nos aplaudieron”, podría ser la frase que resuma el recorrido de esta historia que, contra todo pronóstico, tuvo su revancha.
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Las restricciones de los 70 impidieron a los peruanos ver en pantalla grande una sátira ácida sobre el Ejército y el sexo. Pero cuando finalmente llegó la versión dirigida por Francisco Lombardi en los 90, con Salvador del Solar como protagonista, el país estaba listo: no solo para reír, sino también para mirar de frente lo que antes se escondía.
Tatiana Astengo, Gustavo Bueno, Mónica Sánchez y Sergio Galliani —todos luego parte del elenco de AFHS— aportaron a ese tono entre lo cómico y lo crudo, lo militar y lo humano. Y sin saberlo, ayudaron a cerrar un ciclo histórico: el de una obra que había sido silenciada y que ahora llenaba salas.
‘Pantaleón y las visitadoras’ no solo volvió del olvido: volvió para quedarse. Demostrando que las buenas historias, incluso las prohibidas, siempre encuentran su camino.
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