Del Callao a Seúl: cómo el K-pop se volvió la banda sonora de una generación peruana

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Mark de NCT acaba de entrar al top 10 de canciones más escuchadas en iTunes Perú con su debut como solista. Pero más allá del logro de un artista coreano, lo que esta noticia refleja es algo mucho más profundo: el K-pop no es solo música extranjera que suena en nuestro país —es parte del lenguaje emocional, estético y cultural de miles de jóvenes peruanos.

Lo que comenzó en los años 90 con grupos como Seo Taiji and Boys hoy se vive en el Perú como una fiebre intercontinental: en escuelas, redes sociales, eventos temáticos y playlists personales. No importa si estás en Lima, Arequipa o Trujillo; es muy probable que conozcas a alguien que sigue a BTS, EXO, Blackpink o NCT.

“No entiendo coreano, pero siento que me entienden”, dice Andrea, una fan limeña de 17 años que guarda en su mochila un lightstick y un cuaderno lleno de letras romanizadas.

Este fenómeno no solo es musical. Es estético, visual y social. Ha cambiado formas de vestir, bailar y soñar. Para muchos jóvenes peruanos, el K-pop ofrece un espacio donde ser fanático no es solo consumir, sino crear: coreografías, fanzines, ilustraciones, contenido en TikTok, comunidades virtuales que cruzan distritos y fronteras.

Mark no solo entró a un ranking. Entró a las emociones, a los audífonos, al día a día de miles que lo escucharon camino al colegio, en el micro, o en su cuarto mientras soñaban con ir a un concierto que quizá aún no llega, pero ya se vive intensamente.

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