MADRID.- Pablo Iglesias recupera terreno a menos de dos semanas de las elecciones generales del 20 de diciembre en España. El líder de Podemos ganó fuerza en los dos debates electorales televisados en los que ha participado, sacando al partido de los indignados del punto muerto en el que había entrado.
Hace justo un año, Podemos subía en las encuestas como la espuma. En enero de este 2014 se convertía en la segunda fuerza política en las encuestas, tras el Partido Popular (PP) de Mariano Rajoy, destacó DPA.
Pero justo cuando parecía imparable, cometió errores reconocidos y no solo se vio afectado por lo que ocurría en Grecia con Syriza, su partido hermano, sino que el giro de Alexis Tsipras con el rescate europeo acabó generando fuertes tensiones en el seno de la formación.
Mientras el gesto adusto de Iglesias, que parecía siempre enfadado, generaba antipatía, muchos votantes giraban ya la vista hacia Albert Rivera, el líder de Ciudadanos. La otra formación emergente en la política nacional española ha acabado disputándose con el Partido Socialista (PSOE) el segundo puesto en las encuestas.
Los malos resultados en las elecciones regionales de septiembre en Cataluña dieron el golpe de gracia a Podemos, relegado a la cuarta posición en los sondeos, por detrás del PP, del PSOE y de Ciudadanos.
«Somos realistas: en estos momentos creo que no estaríamos en condiciones de liderar un gobierno en nuestro país. Lo que tenemos que hacer es trabajar muy duro», manifestaba en octubre Carolina Bescansa, número tres del partido.
Era la primera vez que Podemos reconocía públicamente que así no podía ya ganar las elecciones generales, las primeras tras la muerte del bipartidismo en España a la que condujo precisamente su irrupción en el escenario político en los comicios europeos de mayo de 2014.
En los últimos meses, Podemos ha moderado los mensajes que antes lo situaban en la extrema izquierda. Ya no defiende el impago de la deuda; el programa económico con el que concurre a los comicios, lejos de ser antisistema, está en el marco de la socialdemocracia europea y el propio Iglesias, que hace unos meses aún demonizaba la Transición española, ha acabado reinvindicando el pacto constitucional que se firmó el año de su nacimiento, 1978, y hablando de una «nueva Transición».
Lejos de ganar los comicios del día 20, según las encuestas, la victoria al alcance de Podemos es la de reemplazar al PSOE como partido de referencia de la izquierda española. Y por eso pugna Iglesias en un combate cuerpo a cuerpo con Pedro Sánchez.
El líder de Podemos repite en los últimos días que «nadie puede negar el espíritu de remontada». La primera vez que echó mano de ese lema fue a principios de noviembre, en un acto en la localidad madrileña de Getafe en el que inició la campaña de recuperación de la ilusión. «Nacimos para ganar», dijo entonces a los militantes y simpatizantes.
El mensaje ha calado: en el partido se ha instalado el optimismo y el eslogan, en los titulares de la prensa.
Mucho ha tenido que ver el impulso que ha recibido Iglesias en los dos debates electorales en los que ha participado. El líder de Podemos era el que más tenía que ganar porque era el que menos tenía que perder. Y tuvo éxito.
Enfundado en unos vaqueros, con camisa azul y sin corbata, este lunes golpeó a Sánchez cuestionando su liderazgo en su propio partido y apropiándose de la categoría de izquierda frente al PSOE. A la vicepresidenta del gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, a la que Rajoy envió a debatir por él, Iglesias la acorraló con los escándalos de corrupción en el PP.
Y pese a los cercos de sudor en su camisa y al lío que se montó con el nombre de la consultora PricewaterhouseCoopers, el joven profesor de Ciencia Política salió vencedor, según el análisis de los expertos y los medios de comunicación.
El minuto final con el que cerró el debate fue clave en su victoria: un mensaje emotivo llamando a los ciudadanos a no olvidar el pasado reciente de España, el de la crisis, la corrupción y el desempleo.
El consultor de comunicación Iván Redondo lo llamaba «efecto Rocky Balboa» en el blog que escribe en el diario El Mundo. En la película, el famoso boxeador interpretado por Silvester Stallone logra levantarse al final del combate y derrotar a su contrincante.
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