España: Raúl Tola agita los demonios familiares en debut literario

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MADRID.- Como su paisano Mario Vargas Llosa, el escritor y periodista peruano Raúl Tola cree que para encontrar «la materia prima del arte» hay que hurgar en los rincones «más oscuros del alma», un mecanismo que le ha servido para escribir «Flores amarillas», su tercera novela y la primera que publica en España.

«Todos los escritores lo hacemos, consciente o inconscientemente», sostiene en una entrevista con Efe este limeño de 40 años que vive desde hace tres en España. «Siempre recurrimos a nuestras propias vivencias, a nuestra biografía, a lo que conocemos, para escribir. Toda la literatura es autobiográfica, de un modo u otro», sostiene.

Y mucho de su biografía hay en las páginas de Flores amarillas (Alfaguara), una historia de ficción basada en la historia real de su familia, y más concretamente de su abuelo materno, quien hizo fortuna en años oscuros de la reciente historia del Perú, los 50 del siglo pasado, dominados por la dictadura del general Odría.

«Muchas veces -comenta- no nos damos cuenta, porque nuestro subconsciente es el que funciona de forma más activa en el momento de escribir, pero de una manera u otra no podríamos escribir si no es sobre aquello que hemos visto, soñado, aquello que nos ha pasado. Imaginar algunas cosas también es vivirlas».

Sobre el abuelo, descendiente de italianos emigrados al Perú en los años del Risorgimiento, la reunificación de Italia, a mediados del siglo XIX, Raúl escuchó muchas historias en los almuerzos familiares de su infancia.

Historias que Tola recrea en la ficción de su novela en la persona de Severo Versaglio, un hombre piadoso, que ama a su esposa, a sus hijos y a los caballos, elegante y educado, pero también testigo de las tropelías de la dictadura.

«No creo -afirma- que Severo sea alguien sin escrúpulos ni principios. Tiene unos principios absolutamente trastocados, muy diferentes a los de otros, y que le permiten, de alguna manera, no quebrarse, como se quebraría cualquier persona normal en la que conviva una dualidad».

Así, en Severo Versaglio conviven sin problemas la bondad extrema, hacia sus hijos y su esposa, con la posibilidad de «tener amantes o de mandar matar sin ningún escrúpulo. Para él son principios coherentes, pero visto desde fuera, con alguna lógica, obviamente no lo son».

Ese hurgar en los demonios familiares no le ha traído a Raúl Tola problemas con los suyos. «No he tenido que huir a España», bromea. «Los seres humanos -continúa- podemos querer y odiar a la misma persona y al mismo tiempo. Nos puede gustar y disgustar lo mismo, dependiendo de nuestro estado de ánimo y del momento de nuestra vida. Eso es lo que encuentro que le termina de dar humanidad a un personaje» como Severo Versaglio, como su abuelo.

No sabe si «alimentar» su obra con sus obsesiones «más íntimas», si escribir sobre su familia le ha servido de liberación o de terapia. «Sí sé -dice- que escribí para aprender, para saber de dónde provengo. Quería buscar, bucear en los fondos de mis orígenes. Me ha permitido conocerme mejor, algo fundamental para cualquiera».

En las familias, «historias como esta se cuentan de una forma muy fragmentada, o no se cuentan a veces. Uno escucha pedazos, fragmentos de la vida de sus antepasados, y a mí eso siempre me generó dudas», confiesa.

«Flores amarillas» es, entre otras muchas cosas, un homenaje a dos novelas que siempre fueron «fundamentales» para él como escritor: «Conversaciones en la catedral», de su paisano, admirado y amigo Vargas Llosa -«Me ha hecho pasar muy buenos ratos», ha dicho de aquella el Nobel- y «El padrino», de Mario Puzo.

De Puzo admira que inventara «una mitología, la del hombre mafioso lleno de contradicciones, un ser humano exagerado», al que se asemeja mucho Severo Versaglio y, en última instancia, su abuelo.

Y de esa «gran construcción técnica» literaria que es la novela de Vargas Llosa le gusta, entre otras muchas cosas, que «retrata muy bien la época de perversión del poder, de normalidad de la corrupción y la dictadura que fue el gobierno del (golpista) Odría». La misma época en la que transcurre la suya.

Sobre la estabilidad democrática en Perú, Tola advierte de que su país vive el periodo democrático más prolongado de su historia. «No parece que haya signos de que eso vaya a quebrarse, pero siempre existe el peligro en democracias tan frágiles como la peruana», dice. Un peligro es, en su opinión, un posible triunfo de Keiko Fujimori en las elecciones del próximo año.

EFE/Foto: diario16.pe

 

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