Levantada en el municipio limeño del Rímac, la plaza de toros de Acho, la más antigua de América y la tercera más longeva del mundo, cumple este sábado 250 años sin saber quién organizará la feria de su cuarto de milenio y con la urgencia de restaurar sus instalaciones y el barrio que lo rodea para recuperar su grandeza.
El coso fue inaugurado el 30 de enero de 1766 durante el virreinato de Manuel de Amat y Juniet y solo las plazas españolas de La ancianita de Béjar (1667), en Salamanca, y La Misericordia (1764), en Zaragoza, son más antiguas que Acho.
El cartel de aquella primera corrida estaba compuesto por Pisi, Gallipavo y Maestro de España, los primeros de una larga lista de figuras mundiales que pasaron por su ruedo, como Juan Belmonte, Manuel Rodríguez «Manolete», Antonio Ordóñez, Manuel Benítez «El Cordobés», Francisco Rivera «Paquirri», Julián López Escobar «El Juli» y Enrique Ponce.
El coso limeño se consagró con el tiempo como la más importante de las 56 plazas de toros que existen en Perú, un país con una larga tradición taurina en la que se celebran alrededor de 600 festejos taurinos al año, especialmente en la costa y en los Andes.
Acho experimentó una remodelación en 1945 que amplió su aforo de los 7,000 hasta los 13,000 espectadores que alberga en la actualidad, fue declarada monumento histórico nacional en 1972 y patrimonio cultural de la humanidad por la Unesco en 1991 por formar parte del casco histórico de la capital peruana.
A los pies del cerro San Cristóbal, apu (señor) tutelar de Lima para sus culturas prehispánicas, Acho debe su nombre por estar originalmente en el «hacho», un lugar elevado desde donde se vislumbraba el puerto del Callao, algo imposible en la actualidad por los edificios que la rodean.
Situada en la ribera derecha del río Rímac, Acho persiste en medio de la degradación del barrio colonial del mismo nombre, marginado del circuito turístico que transcurre a pocos metros en el otro lado del río, donde está la catedral y el Palacio de Gobierno.
En la actualidad Acho solo abre sus puertas para celebrar la tradicional Feria del Señor de Milagros, que se realiza en los cuatro domingos del mes de noviembre y cuyo último ganador fue el peruano Andrés Roca Rey, uno de los jóvenes valores más boyantes de la tauromaquia.
La celebración de la feria de 2016 es todavía incierta porque la Sociedad de Beneficencia de Lima Metropolitana (SBLM), propietaria de la instalación, aún debe acometer un concurso público para licitar la organización de los festejos, cuyas bases serán publicadas en los próximos días, dijo a Efe su presidente, Martín Bustamante.
El funcionario reconoció la importancia de encontrar una empresa de primer nivel que garantice la calidad del espectáculo en la brevedad posible.
Bustamante afirmó que su institución pretende recuperar la plaza de Acho «con la convicción de que lucirá como en sus mejores tiempos y para ponerla a la altura de las circunstancias».
El presidente de la SBLM expresó la necesidad de aliarse con el sector privado para habilitar unos aparcamientos hasta ahora inexistentes en los alrededores de la plaza, y que son necesarios para poder albergar otros acontecimientos más allá de los taurinos, que reporten beneficios a sus concesionarios.
Entre las actividades que la Beneficencia de Lima prevé albergar en Acho durante el resto del año están espectáculos culturales como conciertos musicales, festejos de caballos y también folclóricos, como los danzantes de tijeras, tradicionales de la regiones andinas de Huancavelica y Ayacucho, indicó Bustamante.
Más allá del modelo comercial que adopte la plaza, solo una decisión firme y una acción decidida de las instituciones locales y nacionales de Perú podrá permitir a la centenaria plaza de Acho emerger de la decadencia que inundó su entorno y así mantener su prestigio al menos otro cuarto de milenio más.
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