PARÍS.- Alusiones ambiguas, tentativas de seducción cercanas al acoso y un indisimulado sexismo definen el comportamiento habitual de una parte de la clase política francesa, según denuncian 40 mujeres periodistas en un manifiesto donde cargan duramente contra lo que definen como un «paternalismo lúbrico».
«Si la situación continúa, la próxima etapa será publicar los nombres» de esos políticos, avanzó hoy a Efe Lenaïg Bredoux periodista del periódico en línea «Mediapart«, que es una de las firmantes del manifiesto.
Ideado como respuesta a un silencio «que duraba demasiado tiempo», el texto busca iluminar una situación que, pese a no ser general, en opinión de esta reportera sí puede calificarse de «estructural».
Impulsada por la periodista Laure Bretton, la tribuna -publicada en el diario «Libération«- reúne firmas procedentes de todo el espectro mediático francés, desde el semanario «Paris Match» a la emisora «France Inter«, pasando por el histórico «Le Monde» o el popular «Le Parisien«.
En el texto, que lleva por título «Nosotras, las reporteras políticas…», se hilan una serie de anécdotas en las que, pese a respetar el anonimato de sus protagonistas, se denuncia el «intolerable» comportamiento sexista de ciertos diputados, senadores y protagonistas de la política.
«No somos la generación Giroud», claman en el encabezado, en alusión a la cofundadora del semanario «L’Express«, Françoise Giroud, mito del periodismo francés, profesional pionera y célebre por alentar a las redactoras a servirse de su físico para obtener información adicional de los entrevistados.
«Estos comportamientos se producen con la suficiente frecuencia y regularidad como para que denunciarlos se haya convertido en una urgencia», señaló Bredoux, tras confirmar el «machismo» que impera en las relaciones entre políticos y periodistas.
Para esta reportera, ha llegado la hora de «rebelarse contra la aparente tolerancia» frente a las insinuaciones groseras, el paternalismo y una cosificación latente que, de prolongarse, obligará a las firmantes a «publicar la identidad de las personalidades involucradas».
En el manifiesto, que requirió tres meses de debates entre las firmantes, se reconoce que «gran parte de la clase política mantiene una ética personal y profesional». Pero eso no desvirtúa la «impune discriminación» de la que hacen gala ciertos políticos.
Son, sobre todo, los más veteranos quienes caen en unas prácticas que, lejos de ser «ingenuas o caricaturescas», confunden una relación de trabajo con un proceso de seducción.
La tribuna llega cuatro años después del escándalo que afectó al entonces director del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss-Kahn (DSK), a quien la joven periodista francesa Tristane Banon acusó de haber intentado violarla el 2002.
«Pensamos que el asunto DSK agitaría la situación y que el machismo entraría en vías de extinción. Pero nos equivocamos», se lamentan las firmantes.