AMSTERDAM.- El museo Van Gogh de Amsterdam exhibe hasta el 19 de junio Easy virtue, una muestra que refleja el impacto de la prostitución en el arte francés de hace más de un siglo con más de cien obras de arte de Picasso, Degas, Van Gogh y Toulouse-Lautrec.
La exhibición hace un recorrido por las diferentes modalidades que tenía la prostitución en la capital parisina entre 1850 y 1910.
A lo largo de sus salas se podrá observar desde cuadros de cortesanas que ejercían como trabajadoras del sexo a cambio de grandes sumas de dinero hasta mujeres que, ahogadas en deudas, eran explotadas salvajemente en los burdeles.
Axel Rüger, director del museo Van Gogh, recordó en unas declaraciones a Efe que actualmente la prostitución sigue siendo un tema prominente en Amsterdam.
«También lo fue entre mediados y finales del siglo XIX en París, ciudad símbolo de la vida moderna de la época, así que era lógico que los artistas la reflejaran en sus obras».
Rüger aseguró que el mismo Van Gogh visitó algunos burdeles y dejó constancia de ello en cartas escritas por su propio puño y letra.
Uno de los cuadros que saluda al visitante nada más entrar es «Mujer en los Campos Elíseos por la noche», de Louis Anquetin.
En él se puede ver a una señora abrigada por un grueso abrigo, mientras al fondo varios caballos trasladan carruajes por las calles de París.
Solo tras contemplar detenidamente la pintura se vislumbra que justo detrás de la mujer, casi en las sombras, un hombre ataviado con un sombrero de copa se gira para observarla.
«¿Se trata de un cliente? ¿Un acosador? ¿O un simple transeúnte caminando? No lo sabemos, de ahí la ambigüedad de la obra», explica Richard Thomson, profesor de Arte de la Universidad de Edimburgo.
Otros cuadros son más explícitos. Uno de ellos es un Baudric titulado «La Magdalena penitente», donde se retrata a la cortesana Blanche d’Antigny recostada en el suelo a cielo abierto, desnuda de cintura para arriba mientras mira al horizonte.
Esta mujer, según reza la inscripción que acompaña la obra, nunca vendió su cuerpo por menos de 500 francos y llegó a cobrarle 2,000 al príncipe Paul Demidoff por una noche.
Un precio alto comparado, por ejemplo, con los 3 francos que Van Gogh pagaba por una visita a un burdel de Arles, en el sur de Francia.
La prostitución en la calle estaba legalizada en el París de la época bajo circunstancias especiales.
Existía un registro de meretrices y estas solo podían trabajar cuando las lámparas de gas que iluminaban la ciudad por la noche se encendían.
Si una mujer era detectada ejerciendo y no estaba inscrita, era detenida por la policía.
Uno de esos registros es exhibido en Easy Virtue y en él se puede leer no solo información sobre las mujeres arrestadas, sino también sobre sus clientes, así como los nombres de homosexuales y modelos convictos por aparecer en fotografías pornográficas a principios del siglo XX.
Otros objetos de la muestra son unas monedas propias de los burdeles, que eran compradas por los clientes y canjeadas después por sexo con las prostitutas que trabajaban en ellos.
De esta manera las «madames», las propietarias de los negocios, evitaban que las chicas tocaran dinero real y, con ello, la posibilidad de que le robaran.
Pablo Picasso está presente en Easy virtue con cuatro obras que el Van Gogh ha conseguido de préstamos de otros museos.
Uno de ellos es «Desnudo con medias rojas», cuadro que el genio malagueño pintó cuando apenas tenía 20 años y que enseña a una pelirroja recostada en una especie de sofá blanco.
La mujer lleva como única prenda de vestir unas medias que, no casualmente, van a juego con el color de su pelo.
EFE/Fotos: agencias