Esta semana la prensa española habló por primera vez en malos términos de la gestión técnica del francés Zinedine Zidane, revelando que a pesar de los resultados más abultados y la mejoría de la onda en el Real Madrid, los números siguen siendo muy parecidos a los de Rafael Benítez. Todo sumado a los nueve puntos que a trece fechas del final, los separan del eterno rival: el Barcelona.
La vida da vueltas, y Zinedine Zidane seguro que en sus más plácidos sueños evoca esa maravillosa etapa de inicios del siglo 21, aquellos dulces momentos que vivió en el Real Madrid, los seis años que se le conoció como el líder de los galácticos. Jugando con el portugués Figo, el brasilero Ronaldo, el español Raúl e, incluso, el inglés David Beckham, que ante tanto talento jugaba un poco retrocedido.
Más que probable que el buen Zizou tiene en su álbum de recuerdos algunas portadas de esos triunfos sorprendentes que vivían a cada rato, los comentarios atónitos de los filósofos del fútbol que calificaban ese equipo del Real Madrid como irrepetible. Irrepetible, quizás para ellos, pues hoy Cataluña vibra con las estrellas del Barcelona.
Me imaginó a Zinedine Zidane mirando de reojo las portadas con los triunfos del Barcelona, las referencias al MSN, como llaman al triplete ofensivo conformado por Lionel Messi, Luis Suárez y Neymar (un argentino, un uruguayo y un brasilero), y ya se siente el suspiro de resignación del francés. Mirara al cielo y se preguntará ¿cuándo se acabará esta hegemonía? Al Real Madrid le duró casi seis años, y el Barza no parece tener para menos.
Pues como ya hemos comentado en otras columnas, Luis Enrique ha demostrado que con un poco de reingeniería le das nuevamente cuerda a esta máquina de hacer fútbol que es su Barcelona. Josep Guardiola le sacó el jugo, tras un par de temporadas donde los triunfos no fueron tan rutilantes, se reinventaron y han vuelto más poderosos que nunca.
Este martes 23 de febrero lo demostraron paseándose con el Arsenal en Inglaterra. Un partido flojo para el Barcelona, con desatenciones en la zaga que fueron conjuradas por el alemán Ter Stegen. Errores en la puerta del arco de Neymar, Messi y Suárez. Pero bastó una jugada en conjunto de los tres virtuosos para demoler el esquema ultradefensivo (tan extraño) del técnico Arsene Wenger.
Los narradores del partido debatían en el entresijo sicológico que deben vivir los rivales del Barcelona, quieren evitar la humillación de una goleada y se defienden, pero a la vez se preguntan en que instante de distracción los vacunan. Zidane puede negarlo, sin embargo estoy seguro que hoy por hoy no espera con ansias un derbi español, puede ser su fecha negra.