MADRID.- Un equipo de científicos de la Universidad estadounidense de Johns Hopkins localizó, en un estudio con ratones, un nuevo tipo de células nerviosas que parecen controlar las conductas de alimentación de esos animales, según un estudio que publica hoy Science
Este descubrimiento aporta detalles importantes sobre la forma en que el cerebro dice a los animales cuándo deben dejar de comer y, si se confirmase en humanos, «podría comportar nuevas herramientas para luchar contra la obesidad», indica el estudio.
«Cuando el tipo de célula del cerebro que hemos descubierto se activa y envía señales, nuestros ratones de laboratorio dejan de comer poco después», explicó el director departamento de neurociencia de la escuela de medicina de la Universidad Johns Hopkins, Richard Huganir, en un comunicado.
La señales, indicó, «parece que le dicen al ratón que tiene suficiente».
Hunganir señaló que este descubrimiento surge de los estudios sobre las proteínas que fortalecen o debilitan las sinápsis entre las neuronas, que son objeto de investigación pues su fortalecimiento, especialmente entre las neuronas del hipocampo y la corteza cerebral, es importante en los procesos de memoria y aprendizaje.
Los expertos estaban buscando detalles sobre el fortalecimiento de las sinapsis para lo que se centraron en la enzima OGT, un catalizador biológico que está implicado en muchas funciones corporales, como el uso de la insulina y la química de los azúcares.
Para profundizar sobre el papel que juega la enzima OGT en el cerebro, el equipo suprimió en ratones adultos el gen que la codifica en las neuronas primarias del hipocampo y la corteza cerebral y notaron que los animales doblaron su peso en solo tres semanas.
El equipo controló las pautas de alimentación de los ratones y se dieron cuenta de que aquellos a los que les faltaba la enzima OGT comían el mismo número de veces (unas 18 al día) que los otros pero tardaban más tiempo e ingerían más calorías en cada ocasión.
Sin embargo, cuando se les restringió el alimento los roedores no siguieron ganando peso, lo que «sugiere que la ausencia de OGT afecta a la capacidad de los animales de sentir cuando están saciados».
«Esos ratones no entendían que habían ingerido suficiente comida y por eso seguían comiendo», indicó otro de los autores de estudio Olof Langerlöf.
Puesto que no se tiene constancia de que el hipocampo y la corteza cerebral regulen de manera directa los comportamientos de alimentación de los roedores y otros mamíferos, los investigadores buscaron cambios en otras zonas del cerebro, en especial en el hipotálamo, que regula la temperatura corporal, la alimentación el sueño y el metabolismo.
Así, en el hipotálamo encontraron que la enzima OGT faltaba en un pequeño conjunto de neuronas dentro de un grupo llamado núcleo paraventricular.
Los resultados del estudio señalan que la OGT «ayuda a mantener las sinapsis». El número de esas conexiones neuronales en esas células «eran tan bajo que probablemente no estaban recibiendo la suficiente corriente para activarse», lo que «sugiere que esas células son las responsables de mandar el mensaje de dejar de comer».
Los científicos creen que han encontrado «un nuevo receptor de información que afecta directamente a la actividad del cerebro y la conducta de alimentación» y si esos resultados «se confirman en otros animales, incluidas las personas, puede ser un avance en la búsqueda de medicamentos u otros medios para controlar el apetito».