Apostando sobre seguro y tirando de éxitos, Café Tacvba brilló en el estreno del festival Rock Fiesta en una jornada inicial que apeló a la fuerza de los latinos y cuyos grupos, de manera reiterativa, lanzaron dardos al precandidato republicano a la presidencia de EEUU, Donald Trump.
Rock Fiesta, dedicado expresamente al público latino, dio el pistoletazo de salida hoy a su primera edición en Quartzsite, una pequeña localidad de Arizona situada en un cruce de caminos entre este estado, California y México.
No obstante, el evento abrió hoy sus puertas con el borrón de la cancelación a última hora de la banda Maldita Vecindad, que tenía previsto actuar hoy.
Anunciados con mayúsculas en el cartel de la primera jornada, Café Tacvba jugaron fácil y recurrieron a algunos de sus mejores ases como «El fin de la infancia», «Las persianas» y «Las flores» para marcar territorio con un comienzo incontestable.
Eclécticos y sin barreras, con su cantante Rubén Albarrán entregado a la causa, los mexicanos alternaron la serenidad y el lirismo de «Las batallas en el desierto» con la fiesta desatada, baile de todos los miembros del grupo incluido, de «Déjate caer».
Su concierto se alargó más allá de la medianoche, con el público apurando las últimas fuerzas que le quedaban tras un largo día de música, y Café Tacvba coronó su presentación con «El puñal y el corazón» antes de poner punto y final a su aclamada actuación con «Quiero ver».
Hay cosas que no se aprenden en ninguna escuela y hoy Álex Lora, leyenda del rock mexicano y líder de El Tri, demostró tener un talento innato para tomar un escenario desde el minuto uno y meterse al público en el bolsillo a ritmo de blues y rock.
Las canciones de El Tri suenan tan clásicas que parece que lleven toda la vida ahí y Lora impartió una lección de veteranía con temas como «Chilango incomprendido» o «Pobre soñador».
Enmascarado al principio, y rodeado de una banda sin tacha, la personalidad de Lora, con constantes chistes y apelaciones a Donald Trump, se bastó para bordar temas como «Triste canción», como si quisiera dejar claro que no por casualidad lleva más de cuatro décadas sobre los escenarios.
Contundentes y compactos como un bloque de hormigón, Molotov dieron un recital del rock contestatario, atrevido y provocador que les ha llevado a dar con una fórmula que no parece tener fecha de caducidad.
Molotov ofrecieron dedicatorias para todos: «Gimme The Power» sonó con rabia para el gobierno mexicano; «Frijolero» la tocaron como homenaje a los inmigrantes mexicanos en Estados Unidos; y «Puto», una canción que fue coreada por el público como si fuera el último éxito de la temporada, en lugar de tener casi dos décadas, la dirigieron con sorna hacia la clase política.
A Kinky le tocó un plato de difícil digestión: levantar a mitad de tarde al público del festival que soportaba, como podía, el sol implacable y el polvo del desierto de Arizona.
Pero el grupo de Monterrey (México) soltó una descarga de música electrónica gracias a canciones como «Una línea de luz» o «Después del after» para animar los primeros bailes de la tarde en un «desierto» que, según la banda, para ellos es su «hábitat natural».
En el público que asistió a la primera jornada del Rock Fiesta no faltaron los sombreros y las banderas mexicanas, los carteles y gritos en contra de Donald Trump y hasta una piñata con la figura del precandidato republicano a la presidencia de Estados Unidos.
Desde Seattle y con una camiseta de Bob Marley, Trinidad fue uno de los que viajaron para asistir al evento y contó a Efe que lo hizo porque le pareció «un gran festival» y destacó la dificultad que supone juntar a tantos grupos mexicanos en una misma cita en suelo estadounidense.
EFE/David Villafranca