CIUDAD DEL VATICANO.- El Papa Francisco celebró hoy una vigilia de oración en la plaza de San Pedro con los fieles devotos de la «Espiritualidad de la Divina Misericordia», una celebración instituida por Juan Pablo II, de cuya muerte hoy se cumplen once años.
«Queridos hermanos y hermanas, compartimos con alegría y agradecimiento este momento de oración que nos introduce en el Domingo de la Misericordia, muy deseado por san Juan Pablo II, que justo hoy hace once años nos dejó», afirmó Francisco sobre el origen de esta celebración ante los 20,000 fieles que se congregaron en la plaza de San Pedro.
En el sermón de esta vigilia, Francisco habló de la misericordia, a la que está dedicado también el Año Santo que comenzó el pasado 8 de diciembre y explicó: «Dios no se cansa nunca de manifestarla y nosotros no deberíamos acostumbrarnos nunca a recibirla, buscarla y desearla».
Invitó a los fieles a convertirse «en instrumentos de su misericordia», que «se nos muestra como cercanía y ternura, pero en virtud de ello también como compasión y comunicación, como consolación y perdón».
«Quién más la recibe, más está llamado a ofrecerla, a comunicarla; no se puede tener escondida ni retenida sólo para sí mismo», agregó.
«La misericordia sale a buscar a la oveja perdida, y cuando la encuentra manifiesta una alegría contagiosa. La misericordia sabe mirar a los ojos de cada persona; cada una es preciosa para ella, porque cada una es única», añadió.
Improvisando sobre su discurso preparado, Francisco subrayó que «una fe sin misericordia es sólo idea, es ideología y no es fe».
Francisco también lanzó la idea de que en cada diócesis del mundo se abra un centro de ayuda como recuerdo de este Año Santo de la Misericordia.
«Qué bonito sería que como un recuerdo, como un monumento a este Año de la Misericordia en cada diócesis hubiera una obra, un centro de ayuda que falte: una escuela, un hospital, un centro de ancianos, una casa de recuperación de drogadictos…Hablemos con nuestros obispos de esta posibilidad», propuso.
La vigilia que se desarrolló entre cantos, oración y lecturas, entre ellas un escrito del papa polaco, precedió la misa de mañana dedicada a la «Espiritualidad de la Divina Misericordia», una devoción que comenzó la santa polaca Faustina Kowalska, canonizada por Karol Wojtyla en el año 2000.