Si los hinchas pasaran por la prueba del polígrafo dirían que la selección peruana pasó el examen ante Trinidad y Tobago. Con nota regular y con reservas a la propuesta de esta ‘nueva’ agrupación que lleva Ricardo Gareca a la Copa América Centenario.
Los que se sitúan al lado de enfrente, aquellos que se avinagran la vida no están conformes básicamente porque el once trinitario como examinador no tuvo mejor rendimiento que el ‘once amigos de El Agustino’.
Se goleó 4-0 con un plantel inédito, con algunos parches, ante la necesidad de armar un plantel sin tocar a los 4 fantásticos cuya banda sonora está en franco proceso de descomposición y su música dejó de encantar.
Es muy cierto que alguna vez había que tocar las puertas de la renovación. Y ese momento llegó. Con un plantel con elementos que ilusiona. Con un Christian Cueva cuajado, consolidado atrás Alberto Rodríguez y mucha esperanza con el futuro rendimiento de Da Silva, Benavente, Balbín y Vílchez, acaso las mejores figuras de un partido en que el rival pegó antes de jugar.
El ensayo como resultado fue bueno, siempre sirve un triunfo antes de emprender un torneo donde la exigencia será mayor, especialmente contra Ecuador y Brasil en la línea del favoritismo tan evidente como la sustancia bien elaborada ante la aguachenta pócima del engaño.
Así, Perú hará un intento de renovación. Con una fórmula acelerada frente al pensada evolución de un trabajo sistemático con las divisiones menores.
Lamentablemente todavía hacemos las cosas a la criolla, nos gana la improvisación y el fútbol no puede ser ajeno. (Hugo Laredo Medina).