El brexit eclipsó los discursos de los candidatos en el último día en que podían pedir el voto, e incluso dejó en un segundo plano el otro tsunami, más casero, que había agitado la política española estos últimos días, por las grabaciones ilegales al ministro del Interior en su despacho.
En tal razón, la segunda campaña electoral en seis meses acabó anoche en medio de un terremoto político y económico por la salida del Reino Unido de la Unión Europea.
Los efectos de todas estas turbulencias se conocerán mañana, domingo, un día en el que, según el CIS, podrían decidir su voto el 10 por ciento de los electores.
La última semana de la campaña electoral suele ser determinante para mover a los indecisos. Los candidatos comenzaron su carrera hacia las urnas con un tercio de los votantes indecisos, según el barómetro preelectoral del CIS. Este mismo organismo reflejó que en las pasadas elecciones, el 17 por ciento del voto se decidió en la última semana de la campaña.
ENCUESTAS COINCIDEN
La inmensa mayoría de las encuestas, y en concreto las del CIS y las de GAD3, que ha publicado ABC, han reflejado una posible victoria del PP y el «salto» de Unidos Podemos al PSOE, que quedaría en tercera posición, con un estancamiento de Ciudadanos en voto y escaños como cuarto partido.
Los expertos consultados por ABC aseguran que estos últimos días se ha mantenido una tendencia al alza en la intención de voto del PP y de Unidos Podemos, mientras que la «remontada» del PSOE que ha intentado avivar Pedro Sánchez no estaría nada clara.
Las elecciones generales estarían así muy polarizadas entre dos opciones: las políticas del PP, que promete «estabilidad», y el populismo de Unidos Podemos, que incluye la celebración de un referéndum de independencia en Cataluña y un aumento del gasto en 60,000 millones de euros, con la consiguiente subida de impuestos.
Este escenario de polarización es el que reflejan las encuestas, que no siempre aciertan. En las pasadas elecciones, el CIS pronosticó que Ciudadanos sería el tercer partido con 63-66 escaños, y sumaría mayoría absoluta con el PP, mientras que Podemos y sus marcas no pasarían de los 45-48. El fallo fue sonoro, pues ocurrió contrario.
En esta ocasión, si se cumplen las encuestas, el escenario político podría ser muy parecido al que surgió del 20 de diciembre, y los pactos para gobernar serían imprescindibles, ante la falta de mayorías absolutas. Con los sondeos en la mano, las opciones quedarían reducidas prácticamente a dos: o gobierna Mariano Rajoy, con respaldo de los socialistas y en su caso de Ciudadanos, o lo hace el líder de la segunda fuerza en el Congreso, que sería Pablo Iglesias, y que requeriría también el apoyo necesario del PSOE, y seguramente de los independentistas.
RAJOY O IGLESIAS
En eso se puede resumir la campaña electoral, y también el posible resultado en las urnas, siempre que se confirme el pronosticado hundimiento del PSOE. Y ese ha sido uno de los ejes de esta campaña que se ha bautizado como la de «los pactos».
Durante estos últimos quince días se ha puesto de manifiesto que los vetos de unos y de otros se mantienen, por lo que si nadie cede después del 26-J, España estará abocada a un nuevo bloqueo político.
Cuando parecía que esta peculiar y descafeinada campaña, sin más carteles en la calle que los de IU y Podemos, iba a ser un calentamiento de pactos, estalló el caso de las grabaciones al ministro del Interior en su despacho, a solo cuatro días de las elecciones.
Un escándalo empaquetado desde hace casi dos años, cuando se realizaron las grabaciones ilegales, que se sacó del cajón en un intento evidente de reventar la campaña y frenar una eventual tendencia al alza del PP.
El contenido de la conversación con el jefe de la Oficina Antifraude de Cataluña sobre casos de corrupción que podrían afectar a independentistas, y el momento tardío de su revelación hacen pensar a varios expertos demoscópicos consultados por ABC que el efecto sobre el voto será «nulo», y en todo caso podría movilizar a los electores de ERC, especialmente activos.
La campaña todavía iba a pasar por otra turbulencia: el Brexit. Sus efectos sobre el 26 de junio son inciertos, con una jornada de reflexión en medio, pero fuentes del Gobierno en funciones están convencidas de que podría suponer un «arrastre positivo» del voto moderado que quiere estabilidad.
Fuente: elpais.es/Foto: lacronicadelpajarito.es