La Asociación Nacional de Periodistas del Perú llega a su 88° aniversario con sus banderas de lucha gremial en alto. Flameando en medio de vientos a favor y vientos en contra. Animada por la prometedora «revolución social» que podría marcar el inicio de un nuevo orden político, económico y social, fundado en la solidaridad, como alternativa válida y suficiente para crear condiciones verdaderas de justicia, paz y libertad.
Pero, al mismo tiempo, preocupada por un mañana incierto, consecuencia de una crisis histórica, estructural y coyuntural que impacta y condiciona la realidad nacional, con igual o mayor fuerza de lo ocurrido en los días de nuestra independencia política, hace casi dos siglos. Hay una suma de problemas que golpean el sentimiento popular, es verdad, pero igualmente en la conciencia ciudadana se percibe un clamor racional y unitario, convocante de un esfuerzo para colocar los cimientos de una democracia sustentada en la dignidad de la persona humana.
Esta reflexión, que tiene el sello de la sinceridad, acompaña la fecha conmemorativa del nacimiento de la organización matriz del gremio de los trabajadores de prensa, el 21 de julio de 1928, valiosa oportunidad, también, para rendir homenaje a quienes, con gran esfuerzo y con ánimo fraterno, hicieron realidad una obra largamente esperada. No fue fácil. Tuvieron que pasar más de dos décadas para vencer el escepticismo cuando no el pesimismo, para unir fuerzas y voluntades tanto en la capital de la república, como en las demás ciudades del territorio patrio. La férrea decisión de superar cuanto se oponía al reconocimiento de una profesión que proclamaba el derecho del pueblo a la información y mejores condiciones sociales y económicas para los trabajadores-periodistas, fue más que suficiente para derrotar toda suerte de obstáculos, incluyendo el concepto equivocado de los grupos de poder que consideraban que los periodistas no eran tales, sino simplemente empleados de las casas editoriales.
El tiempo les ha dado la razón a los auténticos precursores del gremialismo periodístico. Nuevas generaciones, de hombres y mujeres, diseminados a lo largo y ancho del Perú, organizados hasta en los más recónditos espacios provinciales, han seguido y profundizado esas huellas pioneras. El resultado en este siglo está allí. Hoy en día la ANP, gloriosa por su inclaudicable trayectoria, legitimada por sus obras y por su representatividad dentro y fuera de las fronteras, tiene discurso propio, prédica que es esperada y escuchada con emoción, mensajes unitarios que transmite con desprendimiento a quienes anhelan para el Perú, una estable libertad de prensa como derecho ciudadano; auténticos cambios sociales, efectivos y duraderos; gobernabilidad que no lesione jamás la dignidad de las personas y garantice el efectivo ejercicio de los derechos humanos.
Proseguir con la misión que dejaron como legado los fundadores, ha demandado entrega y hasta sacrificio. No debe extrañar, entonces, que la Asociación Nacional de Periodistas del Perú sea poseedora de una lectura e interpretación propias de la situación política, económica y social, a partir de las perspectivas de la clase trabajadora, de toda su problemática actual, de los impactos que provoca sobre su vida y de los retos que plantea. No debe llamar la atención que persista en renovar, año a año, el solemne compromiso de cumplir con abnegación cada uno de sus actos gremiales, de permanecer de pie y en alerta para enfrentar los atropellos del poder político que esconde en secreto, niega y penaliza la difusión de la información de interés público, que no le tenga temor al poder económico, conservador y egoísta, culpable de las miserias materiales y de las pobrezas morales que tanto daño hacen a la nación.
Han transcurrido 88 años de vida gremial. La ANP recibe el nuevo aniversario con la humildad propia de quienes tienen suficiente fortaleza espiritual, con la frente en alto para hacer suyas las vicisitudes personales y familiares de los periodistas de todo el país, sometidos a injustas restricciones en el ejercicio de sus derechos y de su libertad; para decirle en voz alta a los poderosos que si el trabajo es la expresión de la dignidad humana, entonces el desempleo es un ataque contra la dignidad de todas y cada una de las personas. Así lo pensaron quienes le dieron vida a ésta organización de trabajadores de la prensa, así lo declararon nuestros mártires, así lo manifiestan los hombres y las mujeres que lucen con orgullo la membresía de la Asociación Nacional de Periodistas del Perú y que, con sus aceradas plumas, comparten el anhelo de hacer del Perú una tierra de paz, libertad y justicia.
¡Contra la cultura del secretismo! ¡Por un periodismo libre! ¡Viva la ANP!
Comité Ejecutivo Nacional / Lima, 21 de julio de 2016