PARÍS.- Francia acaba de cerrar el último capítulo de una cuestión que ha levantado ampollas los últimos cinco años: la inclusión de las corridas de toros en su lista representativa del patrimonio cultural, primera etapa para ser declarado bien inmaterial de la humanidad por la Unesco.
El Consejo de Estado galo, máxima instancia administrativa del país, zanjaba el tema hace apenas dos semanas, al rechazar el recurso a favor de la presencia de los toros en ese inventario, aunque el debate sigue abierto y las versiones sobre la misma son plurales y contradictorias.
El presidente del Observatorio Nacional de Culturas Taurinas (ONCT), André Viard, afirma a Efe que aunque el Ministerio de Cultura no lo publica debido a las «amenazas recibidas», los toros siguen en la lista porque la supresión de un elemento solo es posible si la tradición deja de existir.
Una fuente oficial del Ministerio lo contradice y asegura que la salida es posible tanto si la tradición pervive como si no.
Por su parte, la presidenta de la Alianza Anticorrida, Claire Starozinski, acusa a los protaurinos de sobredimensionar el alcance de esa inscripción.
Todo empezó en abril de 2011, cuando el Ministerio de Cultura incluyó las corridas en el inventario del patrimonio que la Unesco requiere a cada país para poder presentar cualquier candidatura a bien cultural de la humanidad.
Cultura publicó el nuevo elemento en su página web, y lo retiró de esta un mes después para intentar acabar con la polémica generada.
Frédéric Mitterrand, quien dirigía la cartera de Cultura entonces, desveló en 2013 en su libro «La Récréation» que la decisión de incorporarlo en el inventario se tomó a sus espaldas y que incluso el propio primer ministro en ese momento, Francois Fillon, le prohibió intentar revocarla.
Aunque la inclusión no otorga protección ni beneficios fiscales, y solo constata la existencia de esa tradición de forma ininterrumpida en un determinado lugar, el anuncio había dividido a la opinión pública y provocado un alud de protestas de asociaciones antitaurinas y de protección animal.
Agrupadas, decidieron tomar medidas legales contra la inscripción de esa práctica que, en su opinión, el Código Penal galo calificaría de «abuso grave y crueldad contra los animales» de no ser porque está protegida en 11 departamentos al considerarla una «tradición local ininterrumpida».
El tribunal administrativo de París falló en su contra en abril de 2013, pero una resolución de 2015 acabó dando la razón al recurso que presentaron.
Ese dictamen entendió que cuando el Ministerio retiró toda mención de la tauromaquia en su página web «a causa de la agitación suscitada», también estaba eliminando los toros del inventario en sí.
El ONCT quemó el último cartucho para legitimar la inscripción al presentar un recurso al Consejo de Estado, pero este fue rechazado por defecto de forma el pasado 28 de julio.
«Las corridas representan alrededor de 200 espectáculos anuales» en Francia, informaba la desaparecida ficha informativa de la página web ministerial, «y reúnen a más de 700.000 espectadores» en una cincuentena de ciudades de tradición taurina lideradas por Bayona, Arlés y Nimes.
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