Unos 15,000 niños peruanos son víctimas cada año de quemaduras en el cuerpo, siendo los más afectados las criaturas cuyas edades oscilan entre 1 y 4 años, y generalmente de hogares humildes y bajos recursos económicos.
En el marco del Día Internacional del Niño, el Instituto Nacional de Salud del Niño (INSN), que se conmemora el tercer domingo de agosto, ha lanzado una cruzada de prevención bajo el lema «El fuego no es juego» y «No más niños quemados», a fin de disminuir el porcentaje de niños que sufren dramáticos accidentes y cuyas secuelas marcan de por vida un estigma.
«Nuestra obligación, lo que nosotros preconizamos, es la prevención, dar pautas a la sociedad para que los niños no se quemen, porque desgraciadamente una quemadura que ocurre en cuestión de segundos marcan por toda la vida, dependiendo de la extensión», dijo a Xinhua el jefe de la Sección Quemados del Hospital del Niños, en Lima, el cirujano plástico y reconstructivo Andrés Wiegering.
«En el nosocomio se ofrece un tratamiento integral, en el que intervienen cirujanos plásticos, enfermeras, auxiliares, psicólogos, nutricionistas, terapeutas, esto en referencia a que las lesiones por quemaduras graves no solo producen marcas imborrables en el cuerpo, también limitaciones físicas, riesgos de infecciones y dolores intenso, que provocan complicaciones y pueden terminar en muerte», dijo.
«La quemadura en el niño es diferente a los del adulto, porque un niño crece y el injerto no se estira. Si bien es cierto puede estar cubierto, en la medida en que el niño va creciendo, por ejemplo, el antebrazo empieza a retraerse; entonces ahí tenemos que volver a abrir para estirarle el brazo; un adulto no va a crecer, entonces el tratamiento es más eficiente», señaló.
«El niño requiere varias intervenciones», puntualiza el galeno, aludiendo que la persona crece hasta los 18 años de edad.
Wiegering señala que en el Hospital del Niño se realizan alrededor de 600 intervenciones quirúrgicas anualmente en criaturas donde el quemado es agudo, tomando en consideración la extensión y gravedad de la quemadura; siendo el sustento inicial restablecer el balance hidroelectrolito, en las primeras 24 horas, caso contrario la quemadura se profundiza, aparecen gérmenes y llegan las infecciones.
«Nosotros recibimos dos tipos de pacientes; el de quemado agudo al cual debemos restablecer el balance hidroelectrolito e intervenir quirúrgicamente en las 72 horas siguientes, una vez que la fase aguda está controlada se ven las secuelas, por ejemplo si ha sido en el cuello y vemos que se pega el mentón tenemos que reconstruir, igual si la zona afectada es cara, el pelo o las manos», manifiesta.
Las quemaduras, además de tipificarse por grados, son producidas por diferentes agentes, sean líquidos, fuego, radiaciones o rayos eléctricos.
«Una quemadura eléctrica de alto voltaje tiene una entrada y una salda, a veces la entrada es un huequito en una mano, sin embargo va hasta los miembros inferiores porque ha recorrido todo el sistema nervioso y hasta conduce a grandes amputaciones», precisa el facultativo, graficando con sus manos esa trayectoria.
En las quemaduras de primero y segundo grados son superficiales y se pueden curarse en forma ambulatoria, pues no ha quemado la calidad de la piel, el tratamiento es a base de curaciones, cremas e higiene.
«En las de tercer grado se requiere hospitalización, pues está afectada no solo la piel sino también músculo, tejido y muchas veces hasta el hueso, y se usa el método integra que es una matriz, para una remoción quirúrgica temprana de la piel quemada seguida del injerto; una suerte de tejido como «colchoncito» para que se confundan dentro del músculo formando una capa para colocar el injerto de piel, a fin de alcanzar una textura, y se espera, en promedio, 21 días, para que calce», señaló.
«El tratamiento demora entre 2-3 meses, mejorando la estética y la movilidad del área comprometida», dice Wiegering.
En la Unidad de Quemados del Hospital del Niño, en el distrito limeño de Breña, trabajan cinco médicos y una pediatra, con el respaldo de nutricionistas, rehabilitadores físicos, enfermeras y técnicos, desarrollando una tarea mancomunada, para la recuperación del niño quemado. (Agencias)