Roberto Mosquera escuchó el sonido del gong que anunció lo que se veía venir. Los dirigentes de Alianza Lima lo esperaron hasta donde la línea imaginaria permitía su permanencia. Y como esa línea ya no daba más, le dieron el portazo en la cara y lo despidieron.
No hay nada a favor de Roberto Mosquera como para reprochar la decisión de los directivos. El ahora extécnico de los aliancistas fatigado con un fútbol desabrido se tuvo que ir.
Es que Alianza Lima con Roberto Mosquera había extraviado su fútbol pícaro y de matices barriales. No se veía paredes, diagonales, toques y la imaginación ausente, el team blanquiazul fue un concierto de ruidos desagradables al oído del pueblo aliancista acostumbrado a deleitarse con el fútbol bonito.
Así, Alianza Lima se fue al tacho con su fútbol convertido en un baratillo en el mercado de las cotizaciones. El proceso de Mosquera no llegó a coronar un buen año, lastimosamente perdido, porque Alianza Lima está más cerca de no llegar al título.
¿Qué le pasó a Mosquera? Cuando llegó a Matute nadie puso objeciones porque sus antecedentes avalaban su trabajo, de buena performance mientras estuvo en Sporting Cristal y Juan Aurich.
Su verborrea convenció a todos en La Victoria y había que darle cuerda a una naciente ilusión para acabar con la sequía de títulos.
Hasta que llegó la noche del sábado 24 ante Alianza Atlético en Matute. El pueblo victoriano le daba todavía su respaldo desafiando la fría noche y un horario en que más se piensa en la sabrosa frutilla de una salida nocturna en sábado por la noche.
Como la prometida recuperación no llegó y se vio más de lo mismo ante Alianza Atlético, la decisión fue tomada sin que se espere más. Era inútil seguir con ese sufrimiento que se alargaba cada semana, como una agonía en que solo faltaba la extremaunción.
Los más optimistas esperaban una recuperación del equipo en el milagroso mes de octubre. Era cuestión de tomar el control remoto y sintonizar el canal y su versión HD para ver a Alianza Lima salir de entre las sombras.
Roberto Mosquera fue el que salió antes y deja un mal recuerdo de su paso por Matute, queriéndolo o no, con los aromas de una decisión equivocada de haberle dado la conducción del equipo para convertirlo en un fantoche más apropiado para la noche de las brujas.
Hugo Laredo