Contra todos los pronósticos, el Acuerdo de Paz no se aprobó en el plebiscito donde la mayoría ciudadana de las grandes urbes se impuso a las regiones más golpeadas por el conflicto armado que desangra a Colombia desde hace 52 años. Otra oportunidad perdida pero con nuevos retos para terminar definitivamente con la guerra.
La ansiada pacificación, celebrada anticipadamente en todo el mundo, sufrió unos de los más graves reveses después de la campaña ultraderechista enarbolada por el ex presidente Álvaro Uribe pese al largo camino hacia la paz avanzado por el mandatario Juan Manuel Santos y los sectores progresistas.
De acuerdo a las últimas proyecciones el «No» logró el 50,23 %, frente al 49,76 % del «Sí»al Acuerdo de Paz firmado hace menos de una semana por el Gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC ante el júbilo de la comunidad internacional.
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Con la práctica totalidad de las mesas escrutadas, el «no» sumó 6.429.730, votos, un 50,23 %, frente a los 6.370.274 sufragios alcanzados por el «sí», que representaron un 49,76 %, casi medio país cuya opción ,sin embargo, sigue vigente en medio de este traspiés.
El resultado de este domingo abre un interrogante sobre el proceso que puso fin a 52 años del conflicto con la guerrilla más antigua del continente americano y lo logrado desde hace casi cuatro años cuando se inició una negociación en La Habana con el Gobierno colombiano.
No fueron las poblaciones castigadas durante el conflicto las que apoyaran a los halcones colombianos, sino todo contrario al defender la paz sobre el dolor de sus muertos durante el conflicto interno.
Pero su dolor fue utilizado por la ultraderecha para clamar venganza contra los guerrilleros arrepentidos de sus atrocidades, en un inédito proceso que había sido apoyado no solo por la izquierda, como denostaban los guerreristas, sino por la ONU, Estados Unidos y la Unión Europea.
El pueblo de Bojayá, en plena selva del departamento del Chocó, se encontraba en una de las zonas convulsionadas por la guerra interna y el 2 de mayo de 2002 un proyectil antitanque Instalaza, lanzado por las FARC, cayó sobre una iglesia en la que se habían refugiado 300 pobladores.
El impacto fue tremendo y `perecieron entre 74 y 119 personas, en uno de los pasajes más dolorosos del conflicto.
Los familiares, vecinos y amigos no buscaron la revancha ni alimentaron el odio que, desde las ciudades, algunos sectores de la ultraderecha alimentaban en su campaña guerrerista.
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Desde estos pueblos asolados por la guerra de más de medio siglo, el Sí al Acuerdo de Paz fue la bandera que allanaba el camino a la paz como en San Vicente del Caguán, departamento del Caquetá que entre 1999 y 2002 fue sede de un fracasado proceso de paz del Gobierno con la guerrilla.
La opción del «sí» ganó con el 62,93 % mientras que el «no» tuvo el 37,06 %. En Toribio (Cauca), en el suroeste, duramente por el conflicto armado, el «Sí» se impuso con el 84,80 % con 6.535 votos, mientras que el «No» alcanzó, el 15,19 %
Lo mismo sucedió en el pueblo de Turbo, Antioquia, donde se registraron masacres durante la guerra sin cuartel y donde el “Sí” ganó con el 56,05 % sobre el 43,94 % del «no».
En Mitú, capital del Vaupés, en la frontera con Brasil, la ocupación de las guerrillas en 1998 dejó 41 muertos entre policías, militares y civiles, y 61 uniformados secuestrados durante varios años. El «Sí» obtuvo el 75,62 % con 2.705 votos, mientras que el «no» recibió 872.
La historia se repite en igual el caribeño Chalán, donde once policías perecieron al activarse un burro-bomba en 1996. El l «Sí» ganó con el 65,09 %.
En la asolada región del Catatumbo, el «sí» obtuvo una victoria en todos los municipios .
Ante este retroceso Amnistía señaló «es una oportunidad perdida para que el país se mueva finalmente fuera de su trágica guerra de 50 años de duración».
El día que Colombia dio la espalda
«Hoy va a pasar a la historia como el día en que Colombia dio la espalda a lo que podría haber sido el fin de un largo conflicto de 50 años que ha devastado millones de vidas», declaró Érika Guevara-Rosas, directora para las Américas de Amnistía Internacional.
En nota de prensa considera que, aunque el acuerdo podía ser «imperfecto», representaba «una forma concreta de avanzar por la paz y la justicia».
Precisó que «la incertidumbre» que ha conllevado el resultado de esta votación puede poner en riesgo a millones de colombianos. En particular los pertenecientes a grupos vulnerables, como los indígenas, afrodescendientes y comunidades campesinas en mayor riesgo de sufrir violaciones de los derechos humanos».
«Es imperativo que Colombia no camine lejos de este proyecto y que el país continúe moviéndose hacia una paz largamente esperada», advirtió en estos momentos de incertidumbre en los pueblos castigados por la guerra y de jolgorio ultraderechista.
Como era de esperarse el presidente Juan ManuelSantos asumió la defensa de la paz, «hastael último minuto de mi mandato»dentro de una nueva realidad política y que así lo dará a conocer a los delegados de las FARC en la Habana.
Se ha perdido una oportunidad para refrendar el Acuerdo de paz pero,al igual que en otras derrotas circunstanciales, el camino sigue abierto para alejar definitivamente el fantasma de la guerra.
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