Los agricultores ya padecen las consecuencias del cambio climático, pero también pueden ayudar a combatirlo, subraya un estudio de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
“Todos los agricultores deben adaptarse al cambio climático y contribuir a mitigar las emisiones (contaminantes) liberadas por la agricultura”, observó Rob Vos, director de Economía del Desarrollo Agrícola de la FAO, en diálogo con IPS.
“La buena noticia es que muchas técnicas empleadas en la adaptación (al recalentamiento planetario) también contribuyen a reducir las emisiones y viceversa”, apuntó.
El estudio Estado de la Alimentación y la Agricultura 2016 se concentra en la relación entre cambio climático, agricultura y seguridad alimentaria.
El sector agrícola, agregando la silvicultura, la pesca y la producción ganadera, es responsable de liberar una quinta parte de las emisiones de gases contaminantes a la atmósfera.
Una de las consecuencias más graves del fenómeno es la deforestación, que incluye las tierras empleadas para cubrir la creciente demanda de productos cárnicos.
La agricultura contribuye al cambio climático, pero los 500 millones de pequeños agricultores, que suelen producir apenas suficientes alimentos para alimentar a sus familias, están entre las personas más afectadas por el recalentamiento planetario.
El clima, y principalmente las lluvias, se vuelven cada vez “menos predecibles”, explicó Vos. “Eso afecta gravemente a los agricultores, que no saben qué esperar”, explicó.
Por ejemplo, en algunas partes de América Latina y África oriental, en dos semanas cayeron las lluvias que caen durante un año entero, “entonces el resto del año no habrá nada”, apuntó.
Además, las temperaturas crecientes también llevaron a la propagación de pestes y enfermedades, añadió Vos.
Pero los agricultores no son los únicos productores de alimentos muy afectados por el cambio climático.
El aumento de la temperatura oceánica hace que los peces de zonas tropicales se desplacen largas distancias, lo que reduce las reservas, lo que afecta particularmente a los pescadores de los países en desarrollo.
“Aparecen peces tropicales en aguas del norte, incluso en Islandia”, observó Vos.
Reducir la presión sobre los recursos naturales de los que dependen numerosos productores de alimentos también implica hacer frente al consumo y el desperdicio, explicó.
“Hacer frente a las pérdidas y al desperdicio de alimentos puede ayudar a reducir la presión sobre los recursos naturales porque al no ser consumidos por los humanos, significa una presión innecesaria sobre ellos”, abundó.
“Las soluciones no deben buscarse solo en los agricultores, debemos mirar a todo el sistema de producción de alimentos en general”, subrayó Vos.
El estudio de la FAO también se concentra en los cambios de la dieta, como la mayor demanda de proteínas de la carne, que han aumentado la presión sobre el ambiente.
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“El reequilibrio de los regímenes alimenticios con objeto de disminuir los alimentos de origen animal supondría una contribución notable en esta dirección, con probables beneficios conjuntos para la salud humana”, destaca el informe.
La asesora de cambio climático de Oxfam Estados Unidos, Aditi Sen, destacó en diálogo con IPS que el nuevo informe de la FAO detalla, además, la forma en que los países pueden implementar sus compromisos para reducir las emisiones contaminantes asociadas a la agricultura en el marco del Acuerdo de París, que pronto entrará en vigor.
“No se le ha prestado mucha atención a cómo se implementarán los compromisos climáticos vinculados a la agricultura, y es muy bueno ver que quedó destacado y reflejado en el informe”, indicó Sen.
“De la misma forma en que hablamos de la transición hacia las energías limpias, creo que necesitamos comenzar a hablar de la transición que necesita la agricultura”, precisó.
Algunas áreas de la actividad agrícola requieren de una atención particular a la hora de hacer frente al cambio climático, observó Sen.
“En general, si observas el sistema de alimentación en su totalidad y de donde proceden las emisiones, la mayor responsabilidad en materia de mitigación la tienen los grandes actores del agronegocio y de la agroindustria, más que los pequeños agricultores”, subrayó.
Cultivos como la soja y la palma aceitera son algunos de los mayores contribuyentes de emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de la agricultura y principalmente liberadas por la agroindustria.
Por su parte, la producción ganadera a gran escala también acelera el cambio climático, y no solo por las emisiones de gas metano liberadas por los animales, sino también por el desbroce de tierras para producir los alimentos que ellos consumen, explicó Sen.
Una excepción notable es el arroz, un alimento básico para miles de millones de personas, y principalmente producido por pequeños agricultores.
“El arroz es, de hecho, uno de esos productos básicos que deja una enorme huella de gases invernadero y que también es un alimento básico producido por pequeños agricultores”, puntualizó Sen.
El uso excesivo de fertilizantes químicos en los arrozales contribuye a ese problema, precisa el informe de la FAO.
Pero se necesitan más datos para comprender mejor las diferentes emisiones de gases invernadero producidos por los pequeños agricultores en relación con la agroindustria, subrayó Sen.
Fuente: IP/Foto: efpejemplo.blogspot.com