MALMOE (Suecia).- El Papa celebró hoy la misa de Todos los Santos en el estadio Swedbank de Malmoe con la comunidad católica sueca y allí volvió a recordar la necesidad del ecumenismo y afirmó: «Bienaventurados los que trabajan por la unidad de los cristianos».
Francisco llegó ayer a Suecia para participar en la ceremonia conjunta entre luteranos y católicos que había organizado la Federacion Luterana Mundial en ocasión del 500 aniversario de la Reforma, un gesto considerado histórico en el camino de la unidad y reconciliación tras el cisma de Martín Lutero.
La misa de hoy volvió, como en los actos de ayer, a ser un momento para clamar por la unidad de los cristianos.
Ante 15,000 personas, la mayoría de ellos inmigrantes en Suecia, Francisco comenzó su homilía recordando «no sólo a aquellos que han sido proclamados santos a lo largo de la historia, sino también a tantos hermanos nuestros que han vivido su vida cristiana en la plenitud de la fe y del amor, en medio de una existencia sencilla y oculta».
Citó a las santas suecas María Isabel Hesselblad y Santa Brígida, que «rezaron y trabajaron para estrechar lazos de unidad y comunión»
El Papa Francisco desciende del avión a su llegada al aeropuerto de Sturup en las afueras de Malmoe, Suecia. EFE/Emil Langvad
Al explicar en su homilía pronunciada en español que a los santos se les llama «los bienaventurados», Francisco adaptó las bienaventuranzas que predicaba Jesús y que son «de alguna manera el carné de identidad del cristiano, que lo identifica como seguidor de Jesús» a las situaciones de nuestros días.
Y entonces enumeró sus nuevas bienaventuranzas: «Bienaventurados los que soportan con fe los males que otros les infligen y perdonan de corazón; bienaventurados los que miran a los ojos a los descartados y marginados mostrándoles cercanía».
«Bienaventurados los que reconocen a Dios en cada persona y luchan para que otros también lo descubran; bienaventurados los que protegen y cuidan la casa común; bienaventurados los que renuncian al propio bienestar por el bien de otros; bienaventurados los que rezan y trabajan por la plena comunión de los cristianos», dijo.
Y reiteró su llamamiento «de acoger con alegría esta llamada y trabajar unidos para llevarla a plenitud» y encomendó a la Virgen María «las intenciones y el diálogo en busca de la plena comunión de todos los cristianos, para que seamos bendecidos en nuestros esfuerzos y alcancemos la santidad en la unidad».