Afroparaguayos a golpe de danza y tambores batallan contra prejuicios

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ASUNCIÓN.- Los afrodescendientes de Paraguay, un grupo históricamente invisibilizado, batallan contra los prejuicios hacia su identidad racial a través de la danza y de la música, dos emblemas culturales que reivindica la comunidad afroparaguaya de Kamba Kua, próxima a Asunción.

Miembros de Kamba Kua impartieron hoy en la Casa del Teatro de Asunción, con apoyo de la ONU, un taller para bailarines, historiadores, actores y escritores, que llegaron atraídos por los vibrantes movimientos de sus coreografías y los ritmos trepidantes de los tambores.

El acto sirvió también para recordar la existencia en Paraguay de alrededor de 7,600 personas que se reconocen como afrodescendientes, si bien es una cifra no oficial, de un censo elaborado en el 2006 por tres de las comunidades que defienden con mayor fuerza su identidad: Kamba Kua, Kamba Kokue, en Paraguarí (centro), y Emboscada (centro).

«La identidad cultural afro no necesariamente está relacionada con los fenotipos; con el color de la piel, la forma de los labios o el tipo de pelo. Se trata de conectarse con lo que sentimos, con lo que nos mueve lo interno, que son estos tambores que se acompasan con el ritmo de nuestro cuerpo», declaró a Efe Nancy Penayo, psicóloga comunitaria de origen afro.

Añadió que una de las grandes dificultades para elaborar censos sobre esta población es el hecho de que «identificarse como negros supone recibir directamente una discriminación».

La psicóloga afirmó además que la historia de los afrodescendientes en América es la historia de la esclavitud y la colonización y durante esta etapa ser esclavo o hijo de esclavos equivalía a la peor consideración social.

Kamba Kua - Paraguay

En el caso de Paraguay, Penayo señaló que la persecución se mantuvo hasta el punto de que, una vez abolida la esclavitud, los negros libres se vieron forzados a negar su identidad para poder mezclarse con el resto de la población sin ser rechazados.

Durante este proceso, muchos rasgos culturales de los afrodescendientes, como sus lenguas originarias o sus comidas tradicionales, se perdieron.

Hacia la década de 1990, la comunidad de Kamba Kua decidió recuperar la música de percusión y las danzas propias de sus ancestros africanos, para transformar el estigma de ser negros en un motivo de orgullo.

Así nació el Ballet Kamba Kua, que cada año, a comienzos de enero, exhibe bailes y música afro en su fiesta tradicional en honor a su santo patrón San Baltazar.

Bárbara Medina, una de las integrantes de esta compañía, contó a Efe que desde niña le atraía el ritmo de los tambores, pero reconoció que en el pasado le daba vergüenza bailar en la calle porque se sentía «discriminada por las miradas de la gente».

Este rechazo lo experimentó también en la escuela, dado que en su comunidad solo existe una escuela primaria, y para continuar los estudios secundarios los jóvenes deben desplazarse a otro centro educativo, «con el miedo a ser señalados».

«En la escuela yo no salía en el recreo, y solo tenía una amiga. Pero creo que eso me hizo más fuerte, y con el tiempo aprendí a no sentir vergüenza por mi color, y caminar libremente por la calle. Si me miran o me señalan, simplemente les ignoro. Ahora estoy demasiado feliz de ser negra», expresó Medina.

El 2015, la ONU estableció el Decenio de los Afrodescendientes, que en la región de las Américas totalizan unos 200 millones de personas, el 90% de las cuales vive en situación de pobreza.

La ONU se propuso como objetivos hasta el 2024 lograr el reconocimiento, la justicia y el desarrollo para las comunidades afrodescendientes, que todavía enfrentan un acceso limitado a servicios de salud y educación, vivienda y seguridad social.

En agosto, la ONU denunció la «discriminación estructural» que enfrentan los pueblos indígenas de Paraguay y los afroparaguayos y recordó que este hecho no hace más que agrandar la brecha de desigualdad de estos grupos con respecto al resto de ciudadanos.

EFE/María Sanz

 

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