Justicia francesa ensombrece el retorno internacional de Benzema

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El retorno del atacante francés Karim Benzema a la selección francesa parece ahora más sombrío, después de que la justicia decidiera seguir adelante con la investigación por un presunto chantaje a su compañero Mathieu Valbuena en el que está imputado por «complicidad».

A tres días de cumplir los 29 años, Benzema vio cómo el proceso continúa y puede obligarle a sentarse en el banquillo de los acusados el año próximo por un delito castigado con hasta 5 años de cárcel y 75,000 euros de multa.

La última palabra sobre su futuro internacional no la tienen los jueces, la tiene el seleccionador, Didier Deschamps, un adepto del orden, la ejemplaridad y el comportamiento irreprochable que difícilmente convocará a un jugador manchado por el marchamo de una imputación.

Incluso aunque se trate del atacante con mejor palmarés, del que tiene mayor experiencia en partidos importantes y del máximo goleador en activo con la casaca de los «bleus».

La vida del vestuario, el buen entendimiento entre los jugadores, son claves en los planteamientos del técnico, que no ha vuelto a convocar a Benzema desde que los jueces lo procesaron. Su última aparición con la selección, la número 81, fue en octubre del 2015.

El seleccionador no le ha llamado ni siquiera después de que los jueces levantaran las medidas cautelares que le impedían entrar en contacto con Valbuena, ni después de que el pasado mes de octubre el presidente de la Federación Francesa de Fútbol (FFF), Noël Le Graët, pusiera fin al veto a su entrada en la selección.

Parece complicado que, al menos por el momento, Deschamps vuelva a recurrir a un jugador que era uno de los pilares de su sistema cuando llegó al puesto en el 2012.

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Tampoco ha ayudado la actitud del futbolista, que cuando se quedó fuera de la pasada Eurocopa hizo unas airadas declaraciones en las que acusaba a Deschamps de haber cedido al racismo a causa de sus orígenes argelinos.

Una pataleta que le complica todavía más limar asperezas con el seleccionador que dirigirá Francia al menos hasta el Mundial de Rusia de 2018.

A eso se suma que Deschamps ha construido ya su equipo sin el jugador del Real Madrid. El despegue de Antoine Griezmann ha dado a los «bleus» el icono que el seleccionador buscaba y que inicialmente debía ser Benzema.

El subcampeonato de Europa conseguido en julio pasado en su propio terreno ha servido de bálsamo a la selección francesa, que deja tras de sí las turbulencias que comenzaron en el Mundial del 2010 y que no parecían encontrar alivio.

Dechamps ha pacificado el vestuario y construido un auténtico bloque con el que parece que mira al futuro con optimismo.

Griezmann, mejor jugador de la Eurocopa y máximo goleador (6 tantos) es ahora el preferido por los franceses, orgullosos de verle tercero en la clasificación del Balón de Oro por detrás de los intocables Cristiano Ronaldo y Lionel Messi.

Francia no se acordó de Benzema durante la Eurocopa y el olvido es el peor bálsamo para su caso, puesto que el jugador ha visto cómo en torno a su figura se ha ido levantando un edificio de hostilidad entre los aficionados.

Las encuestas reflejan que Benzema no es un jugador querido en Francia y pese a sus 27 goles con la camiseta de los «bleus» las hemerotecas recogen ingentes pasajes de silbidos contra el atacante.

De poco sirve que se haya asentado en el Madrid, que sea, junto a Cristiano Ronaldo y Gareth Bale, un miembro indiscutible del tridente conocido como «BBC» y que su talento ya no ofrezca dudas en el Santiago Bernabéu.

Todo eso no oculta, a ojos del aficionado francés, su aparente indolencia, su actitud distante y una cierta falta de implicación con los colores de la selección.

EFE/Luis Miguel Pascual

 

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