ELN: Secuestros y la “guerra para la paz”

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A pocos días del 10 de enero, en que se espera el inicio del diálogo de paz, las guerrillas del Ejército de Liberación Nacional, ELN, no solo se niegan liberar al exlegislador, Odín Sánchez, sino que han incrementado los enfrentamientos con las fuerzas militares.

A diferencia de las FARC en que la dirigencia contuvo a los divisionistas con mano férrea, logrando el Acuerdo de Paz que se celebró en todo el planeta, en el ELN las facciones siguen en pugna y aparentemente muchos de los frentes armados no han decidido encaminarse a la paz o proseguir con la resistencia armada, pese a las secuelas  de dolor y muerte.

Y es que, pese a su tibia voluntad de iniciar un proceso de paz con el gobierno del presidente.  Juan Manuel Santos, la segunda guerrilla del país mantiene  su estrategia de ataques y las fuerzas del orden les atribuyen la reciente muerte de 5 militares.

https://www.youtube.com/watch?v=eM2FWtdfoeM

La falta de flexibilidad del ELN frente a las exigencias del Gobierno de liberar a los rehenes para iniciar un diálogo, apunta a la hegemonía de los sectores más recalcitrantes de la guerrilla que en este caos de marchas y contramarchas optan por “la guerra para hacer la paz”.

«El mayor peso de las decisiones está de lado del ELN, que tiene que valorar si flexibiliza su postura», señaló Luis Eduardo Celis Méndez, asesor de la ONG colombiana Nuevo Arcoiris.

El investigador y especialista en temas de paz y conflicto explicó que, a diferencia de las FARC, el ELN «tiene un formato rígido de negociación»  y “eso explica porque no liberaron a Odín Sánchez; ellos quieren que todo sea acordado en la mesa de negociación».

«Esta es una negociación más difícil que las de las FARC. La desconfianza hacia el Gobierno es enorme», agregó Celis Méndez, quien de todas formas confió que el próximo 10 de enero se instale la mesa de negociación entre las partes.

El ex congresista fue secuestrado en abril pasado, y su liberación sigue siendo la principal condición que estableció el equipo negociador de Juan Manuel  Santos para iniciar un diálogo con el grupo guerrillero.

La paz en veremos

Con bombos y platillos el 30 de marzo del 2016 el Gobierno y el ELN anunciaron en Caracas el inicio de un proceso de paz cuyos garantes serían Brasil, Cuba, Chile, Ecuador, Noruega y Venezuela.

En ese entonces el presidente Santos anunció que el 3 de noviembre se establecería en Quito, Ecuador, la mesa de negociación con el ELN para alcanzar un acuerdo de paz, siempre y cuando el grupo insurgente liberara «sano y salvo» a Odín Sánchez, lo que lamentablemente no ocurrió Sin embargo, hasta el momento eso no fue posible.

https://www.youtube.com/watch?v=7_tyfm9g2A4

A fin de noviembre, el Ejecutivo tuvo que retroceder y reconoció que espera poner en marcha la mesa de negociación el próximo 10 de enero.

Celis Méndez consideró que la segunda guerrilla del país, que tiene en sus filas cerca de 1500 combatientes, «hoy está mejor que hace una década» por lo que «puede hacer más difíciles las negociaciones con el Gobierno».

En las últimas dos décadas el ELN «ha pasado por una época de expansión», con ciertos momentos de debilitamiento, hasta el día de hoy en que el cuenta con una «presencia territorial importante».

Otros  analistas advierten que gran parte de la expansión del ELN se debe a su intervención en el narcotráfico, papel que se incrementaría con la desmovilización de las FARC y los disidentes que escaparon de los campamentos llevando armas de largo alcance.

Pese a este panorama, el equipo negociador del gobierno colombiano sigue depositando todos sus esfuerzos para que el ELN abandone las armas y se sienten a negociar en busca de la paz.

La guerra por la paz

A diferencia de las FARC  que aceptaron seguir un largo camino, incluido la ley de amnistía que aprobó el Congreso, el principal líder del ELN  Nicolás Rodríguez Bautista, alias «Gabino», demanda el indulto de dos guerrilleros a cambio de la liberación de Odín Sánchez.

Y, para que no queden dudas, en  las últimas semanas el grupo insurgente recrudeció sus ataques contra el Ejército.

En este esquema la  gran interrogante es si una paz sin el ELN quedaría incompleta porque se teme que la guerra continúe en los territorios donde ellos operan, como Arauca, sur de Bolívar, Catatumbo y Nariño.

Sectores opositores de la ultraderecha, como el Centro Democrático del expresidente Álvaro Uribe,  creen que disidentes de las Farc podrían cambiar de uniforme y pasar a engrosar las filas del ELN para beneplácito de los carteles de la droga.

No obstante los analistas consideran que si el ELN sigue  en armas implicará un problema de orden público, pero no necesariamente una guerra, por cuanto Gabino y sus hombres no son un ejército con el peso militar ni con la vocación de poder que han tenido los combatientes de Tirofijo.

Una piedra en el zapato

Según el Ministerio de Defensa, hoy ese grupo está reducido a cerca de 1.700 hombres en armas, cuya presencia se concentra principalmente en zonas de frontera. A pesar de que en los últimos años este grupo ha realizado varias ofensivas que afectaron a la población civil de sus zonas de influencia, de ninguna manera pusieron en jaque la seguridad nacional, ni lograron alguna ventaja estratégica.

https://www.youtube.com/watch?v=frUAoNLGJVA

Sin embargo, que el ELN siga en armas tiene muchas implicaciones. La primera es que se convierte en una piedra en el zapato para la implementación de los acuerdos con las Farc. El cese al fuego y de hostilidades definitivo será de por sí un reto enorme para el ejército y las Farc.

Con los elenos en el terreno, las dificultades se multiplican. A eso se suma que los ambiciosos proyectos de desarrollo rural pactados en Cuba se tropezarán con la acción militar y sobre todo política del ELN que  suelen alentar paros, bloqueos y, en general, puede haber boicoteo a proyectos como los de zonas de reserva campesina, o los territorios de paz para sus excombatientes, tan importantes para las Farc y tan cuestionados por el ELN.

La segunda gran implicación afecta a la gente que vive en los territorios de mayor influencia de ese grupo insurgente. Habitantes de Arauca, por ejemplo, le contaron al medio colombiano  SEMANA la gran frustración que significa para ellos saber que la expectativa nacional que hay por la paz no llegará hasta la región del Sarare, al norte de ese departamento, dado que el frente Domingo Laín del ELN se mantiene muy activo y tiene gran dominio militar y social allí.

Los pobladores de esta región temen que se incrementen no solo los combates entre los elenos y la fuerza pública, sino el terrorismo. Ese temor no es infundado si se mira la tendencia de los paros armados del paro armado de hace dos semanas, donde primó la voladura de torres y la siembra de minas y bombas en sitios de uso civil.

https://www.youtube.com/watch?v=L_fHj2omcwQ

De otro lado se recuerda que hace casi una década amblas FARC y el ELN SEenfrentaron en Arauca en una guerra sin cuartel que dejó cerca de 1.000 muertos, casi todos civiles considerados bases sociales de uno u otro.

Existe el riesgo de que algo similar ocurra en pleno posconflicto en Arauca y en otras zonas donde la influencia de ambas guerrillas se cruza, como Catatumbo, Chocó o Nariño. Esa experiencia se vivió en Urabá, Antioquia, hace 20 años, cuando el EPL dejó las armas y las Farc no. El resultado fue un exterminio recíproco como la masacre de La Chinita, y muchos desmovilizados del EPL terminaron en las filas paramilitares.

La tercera consecuencia negativa es para las instituciones, y, en especial, para la fuerza pública. La paz es una oportunidad para redefinir la doctrina y los roles del Ejército y la Policía en el posconflicto. Pero con un frente de guerra abierto con el ELN, esos cambios, tan necesarios, se retrasarán.

El ELN, como bien lo dijo el escritor Joe Broderick, se puede convertir en un pretexto para mantener el Ejército en pie de combate, aunque no haya propiamente una guerra.

 

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