WASHINGTON.- La estimulación eléctrica del cerebro, tratamiento utilizado para tratar desórdenes neurológicos como la enfermedad de Parkinson, puede ser más eficiente si se ajusta el patrón temporal de los impulsos, sugiere un estudio conocido hoy.
En la investigación, un grupo de científicos de la Universidad Duke, en Carolina del Norte, no solo pudo controlar los síntomas en pacientes con Parkinson, sino que lo hizo con una menor energía que la utilizada normalmente por la técnica de estimulación cerebral profunda.
Los expertos buscaban una forma de volver más eficiente esta terapia implementada en el tratamiento de distintos síntomas neurológicos, en especial los de la enfermedad de Parkinson.
En la estimulación cerebral profunda, un pequeño dispositivo llamado neuroestimulador envía regularmente impulsos eléctricos y bloquea las anormalidades que provocan los síntomas del Parkinson, como los temblores, la rigidez y la inestabilidad.
Aplicado con un procedimiento quirúrgico, el aparato es similar al marcapasos cardíaco, pero sus señales eléctricas están dirigidas a las zonas del cerebro que controlan el movimiento.
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El problema, según el estudio publicado hoy en la revista Science Translational Medicine, es que la eficacia de esta técnica depende del tipo de frecuencia de la estimulación.
«Desafortunadamente, las frecuencias altas de estimulación también causan efectos secundarios más fuertes y consumen más energía que las bajas, lo que lleva a un reemplazo quirúrgico frecuente de las baterías», recuerda el artículo de la investigación.
Es decir, agotadas las baterías del neuroestimulador, es necesario volver a someter al paciente a una cirugía, con los riesgos que ella conlleva.
Por ese motivo, los investigadores de Duke decidieron buscar una forma más eficiente de implementar este tratamiento.
Diseñaron un modelo computacional para identificar un nuevo patrón temporal de estimulación que lograra ajustar el intervalo entre los impulsos eléctricos.
«Por lo tanto, disminuye el requisito energético de la estimulación y sus riesgos consecuentes asociados a reemplazos frecuentes», añade el estudio.
El modelo diseñado por los investigadores logró, a la vez, mantener la eficacia de la estimulación cerebral profunda y ahorrar la cantidad de energía gastada.
Pero además, para los autores de este estudio, los resultados abren la posibilidad de que cada paciente tenga un modelo específico para su tratamiento.
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