Fueron 22 años de lucha de su valiente esposa que hoy tuvieron su recompensa, cuando los restos del héroe nacional, el único del Conflicto del Cenepa con Ecuador, Luis Alberto García Rojas, fueron depositados en la Cripta de los Héroes en el cementerio Presbítero Maestro, nada menos que junto a Francisco Bolognesi, Miguel Grau, Leoncio Prado y Andrés Avelino Cáceres.
Desde que enviudó el 29 de enero de 1995, Julia Panta Quevedo inició una larga lucha, incansable, indomable, porque le había jurado a sus hijas -las pequeñas Andrea de cuatro años y Diana de apenas cuatro meses- que ella demostraría al mundo que su padre fue un héroe, que de manera consciente y voluntaria se había ofrecido por segunda vez a comandar la escuadrilla de helicópteros que repelería el ataque del invasor, instalado en territorio patrio en la frontera norte.
Fue un misil enemigo el que alcanzó e hizo explotar la nave que comandaba el joven mayor de Artillería del Ejército de apenas 31 años, Luis Alberto García Rojas, provocando su muerte instantánea y la de toda la tripulación.
Se escribió entonces una página gloriosa del Ejército del Perú y nació así el héroe nacional y patrono de la Aviación del Ejército, reconocimientos que son plasmados por la Ley 28682 aprobada por el Congreso y por una resolución del Ministerio de Defensa.
«Luis Alberto te amé tanto como para aceptarte tal como eras, te amé tanto como para respetar tu decisión, pero sobre todo te amé tanto como para dedicar mi vida entera a que el mundo respete y, sobre todo, valore tu decisión y tu acto heroico. Luis Alberto, Andrea, Diana e Isabella (su nieta): misión cumplida», dijo en un emotivo discurso, con voz entrecortada y al borde de las lágrimas la viuda del héroe.
Agradeció también a Dios por haberle dado «fuerza y sabiduría» en todos estos años y destacó que ahora la hazaña de su esposo será incluida en el calendario civico-patriótico y en los libros de historia para que sea ejemplo para que las nuevas generaciones.
Las cenizas del héroe del Cenepa fueron trasladadas al Museo del Ejército en el cementerio Presbítero Maestro, en hombros de efectivos del Ejército en un pequeño ataúd blanco que fue llevado dentro en un féretro marrón envuelto en el Pabellón Nacional, desde la Escuela Militar de Chorrillos, donde se le rindió un último homenaje.
Una de sus hijas llevaba el quepí y las condecoraciones impuestas a su padre, como la máxima condecoración que otorga el Ejército, Medalla al Combatiente Mariscal Andrés Avelino Cáceres.
La Cripta de los Héroes, espacio trabajado todo en mármol, estuvo lleno hoy de flores, de corazones y de lágrimas, pero esencialmente de orgullo de los deudos de este valeroso hombre, chiclayano de nacimiento, que desde niño quiso pertenecer a las fuerzas Armadas y que ofrendó voluntariamente su vida en la defensa de la patria, poniendo por delante los intereses del Perú.
En breves declaraciones a la prensa, el ministro de Defensa, Jorge Nieto Montesinos, dijo que el acto de hoy es el cumplimiento de un mandato de la ley, pero también el reconocimiento del país a un héroe nacional, ejemplo para la juventud y para todos los peruanos.