Concordemos en que al calor de cada contexto ha germinado una manera de recoger, escribir, formular noticias arregladas conforme a los llamados soportes, esto es, papel, radio, televisión (y desde hace pocos años internet) de cada periodo histórico.
De acuerdo a las condiciones favorables o desfavorables de cada época, los periodistas siempre hicieron lo mejor para satisfacer al público, al mercado, a los intereses de los grupos de presión o de interés -que van desde “El Pan del Alma” hasta la concentración de medios de “El Comercio”- pasando por una multitud de periódicos de todo tipo.
Interviniendo en esta amable conversa, el conocido maestro Julio Estremadoyro puntualiza: “Ni mejor ni peor… ahora es distinto” refiriéndose a que las nuevas tecnologías de la información han alterado de manera radical tanto la formación de los nuevos periodistas como la práctica misma del periodismo al exigírsele manejo experto en las llamadas “plataformas”, esto es, tinta y papel, radio, audiovisuales, etc.
Así, cada tiempo tiene, por ejemplo, sus géneros periodísticos favoritos, maneras distintas de contar las cosas tal como puede leerse en los viejos diarios limeños cuyos reporteros ignoraban las técnicas del Qué, Quién, Dónde, Cuándo… que reinaron por cien años en el Perú.
Pero hay un elemento más que atender y que recorre toda la historia de nuestro periodismo y que no es otro que el compromiso, que es, a nuestro entender, el mejor periodismo.
Los periodistas deben ser gremialistas, solidarios con sus colegas, atentos a los problemas sociales, hacer lo posible por ser independientes, promotores de civismo y educación; nacionalistas, patrióticos; deben guardar las formas correctas porque luego de la familia, son los medios los que ayudan a sembrar los valores elementales. El periodismo debe ser, en suma, un servicio público aun cuando esté atado a intereses determinados de los que debe advertir a sus lectores.
Un periodismo así ¿se ha practicado en nuestra historia? Un buen ejemplo de gran periodismo unido en favor de los intereses nacionales se realizó desde el principio de la invasión de Chile en 1879, primero en los diarios y luego en las hojas que la guerra permitía publicarse.
Por mucho tiempo la labor de los periodistas en aquel dramático episodio de nuestra historia fue desatendida. Hoy felizmente ya han sido recogidos los esfuerzos de grandes corresponsales, reporteros que fueron testigos de triunfos y fracasos y los narraron para un público ansioso de saber lo que pasaba en el frente de batalla.
Julio Octavio Reyes de “La Opinión Nacional”, Manuel Horta de “El Nacional”, Benito Neto de “La Patria”, Modesto Molina desde Iquique y Tacna, son algunos de los que contaron la primera fase de la invasión hasta ser acallados por la fuerza. En la resistencia estuvieron Luis Carranza, codueño de “El Comercio”, Manuel Atanasio Fuentes en “Actualidad” acompañando a García Calderón en la Magdalena y otros que los investigadores deben rescatar del olvido.
Fue sin duda un gran periodismo comprometido. (Juan Gargurevich).