Roger Federer ganó en la víspera el torneo de Indian Wells al derrotar a su compatriota Stan Wawrinka en una actuación en que Federer cimenta su retorno en gran forma tras superar una seria lesión que lo alejó siete mes del tenis.
Su tenis impresiona tanto como cuando lograba ganar Wimbledon cada año y dominar el ranking durante 237 semanas consecutivas.
Su forma física, superada la lesión que le mantuvo alejado siete meses de las pistas, parece tan impecable como de costumbre. Los 35 años no se notan, tampoco en la mentalidad ganadora.» ¿Qué puedo decir? Esta semana he vivido aquí otro cuento de hadas», comentó un emocionado Federer con el micrófono.
Lógica emoción tras la conquista del 90º título de su palmarés, el quinto en Indian Wells. «Todavía estoy de regreso», añadió el campeón más veterano en alzar un Masters 1000 desde los tiempos de André Agassi, que ganó en Cincinnati en 2004 con 34 años.
Cambio de panorama. Son premisas que explican el cambio tan radical de panorama. Los dos torneos importantes de 2017, el Open de Australia y el Masters 1.000 de Indian Wells, han caído del lado del genio de Basilea, que lidera con claridad la race de la ATP y que el lunes escalará hasta el quinto puesto del ranking.
El trono al que está tan acostumbrado parece una posibilidad real de nuevo, y más si se tiene en cuenta que ni Andy Murray, ni Novak Djokovic jugarán el inminente Masters 1.000 de Miami. Federer afrontará el torneo con el cartel de favorito cuando ya parecía que se carrera había entrado en una dinámica de despedida con sabor a nostalgia.
Su ambición ha crecido exponencialmente. Su tenis también. Contra Stan Wawrinka lo dejó claro, espectacular con su servicio y esperando su oportunidad al resto, sabedor de que la balanza se terminaría por inclinar de su lado (6-4, 7-5).
Siete veces ganador de Wimbledon dominó toda la tarde, incluso cuando el marcador indicaba tablas. Impuso el poderío de su derecha, con la que conectó 12 de sus 23 winners.
No cedió con su servicio, como en el resto del torneo -sin haber perdido el saque ni una vez hasta entonces- y apretó en los juegos decisivos sobre el servicio de su compatriota, al que le condenaron sus 10 errores no forzados con el revés, su golpe fetiche.