Arlette Contreras: la mujer que venció al dolor y lucha contra los femicidios

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WASHINGTON.- Le dolía la pierna que casi perdió cuando su novio la golpeó en un hotel de Perú, pero hoy Arlette Contreras se puso tacones y, ayudada por su bastón, se subió al escenario del salón de actos del Departamento de Estado de EEUU para recoger un premio por su lucha contra la violencia de género: “Mujeres Valientes”.

«Lo único que tenía en mente en el momento del ataque y que, desde entonces siempre he tenido presente, es que tenía que seguir adelante, que tenía que salir, que tenía que escapar, que tenía que huir para salvar mi vida y eso es lo que hago todo el tiempo», dijo a Efe Contreras tras recibir el galardón.

Contreras sufrió en el 2015 en un hotel de la ciudad de Ayacucho una salvaje agresión de su expareja, Adriano Pozo, quien se encuentra en libertad mientras sigue el proceso judicial en su contra.

Las cámaras de vigilancia del hotel grabaron cómo Pozo, desnudo, golpea a la mujer y la arrastra del cabello por la recepción del hotel para obligarla a ingresar en la habitación de donde ella había escapado y donde él supuestamente vuelve a golpearla y trata de violarla.

«Lo que paso allá fue muy fuerte, fue muy impactante para mí porque, en realidad, jamás me imaginé que fuera a estar involucrada en una acción así, que me pasara un hecho tan (…)», rememoró Arlette, quien fue bajando el tono de voz hasta quedar totalmente en silencio durante unos segundos.

El hombre que la agredió recibió el 15 de julio del 2016 una pena de un año de cárcel, una condena tan baja que no obliga al procesado a ingresar en prisión.

«Él se encuentra libre en este momento, lamentablemente yo no he podido acceder a la Justicia en mi país, donde, como en Latinoamérica, hay un gran índice de impunidad», lamenta Arlette.

Ahora, Adriano Pozo se enfrenta a un nuevo proceso judicial en el que tendrá que responder por los delitos de tentativa de feminicidio y violación sexual, unos crímenes que no tuvo en cuenta el juzgado Penal de Ayacucho (en los Andes del sur del país) que le juzgó en la ocasión anterior y solo lo condenó por lesiones leves.

La agresión a Arlette y la sentencia de un año que recibió su agresor despertaron la indignación de la sociedad peruana y provocaron el nacimiento en Perú del movimiento «Ni una menos», que ha impulsado varias manifestaciones contra la violencia machista y los feminicidios.

«‘Ni una menos’ es una unión de mujeres. Cualquier mujer que necesite respaldo y apoyo puede venir, puede acudir a nosotras y la vamos a llenar de fuerza, de energía y la vamos a impulsar a seguir adelante. Es algo que está en el corazón de todas las mujeres», descubrió Arlette.

La peruana se ha convertido en uno de los principales rostros de este movimiento contra la violencia de género y, de hecho, en agosto del 2016 lideró una multitudinaria manifestación por las calles de Lima junto a la exbailarina Lady Guillén, quien sufrió la agresión en el 2012 del excantante Ronny García.

El movimiento «Ni una menos» tiene su origen en un poema que escribió en 1995 la escritora Susana Chávez con la frase «Ni una muerta más» para protestar por los feminicidios en Ciudad Juárez (México).

Con el tiempo, este movimiento ha alcanzado gran fuerza en diferentes países de América Latina, especialmente en Argentina, pero también en Chile, Uruguay y Perú.

«Perú es un país donde hay mucho machismo instaurado en la sociedad desde hace mucho tiempo», describe Arlette, quien ha tenido que enfrentar «situaciones muy incómodas» en las que algunas personas la han insultado y han tratado de minusvalorar su labor llamándola «feminista, radical o amargada».

«En realidad yo no soy nada de eso. Soy como cualquier otra persona que simplemente quiere hacer prevalecer sus derechos e inste en que se reconozcan sus derechos. Soy una mujer muy perseverante, que no se rinde y que ha atravesado muchos momentos de dificultad, pero que nunca se ha rendido», describió Arlette.

Según dijo a Efe, ahora quiere formar una fundación en Perú para ayudar a las mujeres que sufren violencia de género y, por ello, está tratando de recaudar fondos en Estados Unidos.

El objetivo de la fundación será ayudar a las víctimas de violencia que necesitan «atención inmediata» y que buscan un «refugio seguro», es decir, una situación diferente a la que enfrentan muchas mujeres en Perú cuando denuncian a su agresor y luego tienen que volver a casa.

El cambio, dice Arlette, se producirá a largo plazo, de forma que las próximas generaciones serán las que podrán vivir en un mundo donde la violencia no se dirija contra las mujeres por el mero hecho de ser mujeres.

«Este trabajo -dice- traerá resultados en futuras generaciones. En el futuro habrá mujeres que vivirán en una sociedad mucho más segura en la que no haya tanta violencia. Esto no va a ser para nosotras, nosotras somos un puente para lograr lo que va a venir después».

EFE/ Beatriz Pascual Macías

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