De vuelta a la cancha con una distinta sensación, diferente, ante la posibilidad de seguir en la brega para la clasificación a Rusia 2018 con un triunfo de sabroso logro en el Monumental.
El partido anterior ante Uruguay dejó un grato recuerdo, de animosidad, de sonrisa amplia, porque se le ganó a un rival con peso histórico, que en el papel era el favorito, pero que se tuvo que rendir ante los goles de Paolo Guerrero y ‘Orejas’ Flores.
Los tres puntos se quedaron en casa y se avivó el fervor de la bicolor de seguir avanzando. Con tropiezos, con el piso no tan parejo, pero igual estamos en el precipicio de la clasificación haciendo equilibrio para no irnos al barranco.
La resolución del TAS fue un anticipo de un mejor augurio para el partido ante Bolivia. Son tres puntos ganados en mesa que valen su peso en oro y suman ante el precario poderío de nuestra selección que recoge todo lo que se le ofrece y sirva para agarrarse del salvavidas.
Así, apelando al sortilegio de nuestros futbolistas que si están impregnados de la magia de su pasado, este jueves se puede firmar la todavía vacancia de un lugar en el repechaje.
Llegamos al pleito con buenos tamices para colarnos en el tren que todavía espera a los que faltan abordar excepto Brasil que ya está bien colocado en el vagón de primera clase.
De ahí que la importancia de vencer a los del altiplano pasa por una necesidad de necio que nada contra la corriente. En eso estamos, corriendo con viento en contra pero dando trancos, tan pequeños, que al menos permite estar vivos.
Hay otro componente que hace pensar que el triunfo es posible ante la distinta forma de pensar. En eso tiene que ver Ricardo Gareca que no solo planifica la forma cómo debe jugarse sino que ha logrado que el futbolista se comprometa con su selección.
Es el nuevo DNI que se observa cuando el jugador que llega del extranjero lo primero que pregunta es donde queda la concentración. El ‘Tigre’ les ha sacado de la cabeza el chip nefasto del pasado cuando venían a Lima pensando en la parranda de bienvenida.
Esa actitud es sustancialmente una forma de ganar sin jugar. Ricardo Gareca no usa el látigo ni la crueldad para desterrar a quien cometa indisciplina. Ahora bien, podemos apoyar con la certeza que quienes salgan a la cancha, lo harán con entrega y fervor. (Hugo Laredo).