El 10 de diciembre de cada año, el mundo conmemora el día en que, en 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la Declaración Universal de Derechos Humanos y proclamó sus principios como el “ideal común por el que todos los pueblos y naciones deben esforzarse”.
Cada año, el Día de los Derechos Humanos constituye una oportunidad para todos de reavivar el espíritu que impulsa la larga lucha de la humanidad en favor de los derechos y la dignidad y de movilizarse en contra de los antiguos y nuevos desafíos, como la pobreza y la desigualdad, la violencia, la exclusión y la discriminación.
Actualmente, millones de mujeres y hombres de todo el mundo abandonan sus hogares y ponen en peligro su vida y la de sus familiares en busca de un futuro mejor. Los desplazamientos sin precedentes de personas afectan a las sociedades de todas las regiones del planeta. Por doquier, los más pobres y marginados siguen siendo los que más sufren.
Esta situación es inaceptable y la respuesta debe ser un llamamiento a la acción por parte de los gobiernos y la comunidad internacional. Pero, sobre todo, esta situación exige que cada uno de nosotros defienda los derechos de los demás. Este esfuerzo es esencial para avanzar en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y cumplir la promesa de no dejar a nadie rezagado.
La Unesco trabaja en todos los ámbitos para empoderar a las mujeres y los hombres de modo que puedan defender sus propios derechos y los de otros. La plena realización de los derechos humanos depende de que todos tengan acceso a la educación, la fuerza más poderosa de que disponemos para alcanzar el desarrollo humano, el respeto y la tolerancia. En este marco se inscribe nuestra labor para defender la libertad de expresión y de información y para reforzar la seguridad de los periodistas. De ahí la importancia de velar por el derecho de cada mujer y cada hombre a tomar parte en la vida cultural y a inspirarse en otras culturas para mejorar la convivencia. Esto también implica nuestro compromiso de difundir los hallazgos de la investigación científica en beneficio de todos.
En palabras del gran Nelson Mandela:
“Porque ser libre no es simplemente librarse de las propias cadenas, sino también vivir de una manera que respete y fortalezca la libertad de los demás”.
Al defender los derechos de los demás, defendemos también la humanidad que compartimos. En un mundo de turbulencias, esta solidaridad nunca antes había sido tan importante, para celebrar la diversidad que enriquece nuestra vida y defender los valores que nos unen. Cada uno de nosotros debe alimentar, compartir y promover esta idea en su propia vida, a través del respeto mutuo, la comprensión y el diálogo. De esta manera, juntos fortaleceremos los cimientos de una sociedad más inclusiva, pacífica y tolerante.
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