SANTIAGO DE CHILE.- La Universidad de Chile (UCH) homenajeó hoy a 104 estudiantes de la institución ejecutados políticos o detenidos desaparecidos durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), con la entrega de títulos póstumos y simbólicos a familiares y amigos cercanos.
En un emotivo evento celebrado en el Salón de Honor del centro educativo, en pleno corazón de Santiago -cerca del Palacio de la Moneda-, cientos de personas recordaron con aplausos y rosas rojas a jóvenes como José Manuel Parada, Lumi Videla y Jécar Nehgme, cuyas voces fueron silenciadas por el régimen militar.
Durante la dictadura de Augusto Pinochet, según datos oficiales, unos 3,200 chilenos murieron a manos de agentes del Estado, de los que 1,192 figuran aún como detenidos desaparecidos y otros 33,000 fueron encarcelados y torturados por razones políticas.
Algunos de ellos se han convertido en símbolos nacionales, como es el caso de Nehgme, uno de los altos dirigentes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), considerado la última víctima mortal de la dictadura, ya que fue asesinado en 1989, a pocos días de la celebración de las elecciones que daban paso a la democracia.
O el de José Manuel Parada, sociólogo y funcionario de la Vicaría de la Solidaridad, que fue secuestrado, torturado y posteriormente degollado junto con otros dos activistas a manos de los Carabineros en 1985, según se demostró en un proceso judicial posterior que acabó con seis agentes condenados a cadena perpetua.
Los allegados de los homenajeados fueron recibidos con innumerables muestras de respeto por parte de los presentes, entre ellos el rector del centro, Ennio Vivaldi, y las presidentas de la Agrupación de Familiares Ejecutados Políticos, Alicia Lira, y la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, Lorena Pizarro.
Así como por la vicerrectora de Extensión y Comunicaciones de la universidad, Faride Zeran, quien lideró el comité evaluador e indicó en su discurso que este era un paso «necesario» para devolverles la «calidad de miembros de la comunidad» a aquellos que «fueron arrebatados de la aulas».
«Todos hemos trabajado arduamente para estar hoy aquí y mirarnos de frente y decir que finalmente estamos cumpliendo con este deber de memoria. Es tarde, es cierto, pero la UCH a veces es un fiel reflejo del país al que se debe. A ratos lento, a veces sordo, hasta que reacciona», sentenció Zeran.
Tras ella, Pizarro explicó que, además de un acto de memoria, este era un acto de «resistencia» contra aquellos que han intentado desde 1990 «borrar la gesta heroica de resistencia con todas las formas de lucha contra la dictadura» que protagonizaron los estudiantes.
El último en intervenir fue Vivaldi, quien reivindicó el valor simbólico de la ceremonia para mantener «vivo el compromiso de construir una sociedad en la cual lo que ocurrió en 1973 no es siquiera posible de concebir y no vuelva nunca más a ocurrir».
El rector también mostró su lado más personal cuando explicó que él mismo había compartido clase con uno de los homenajeados durante su primer año de universidad, al tiempo que defendió la lucha que todos ellos hicieron por «su pueblo» y por la «construcción de una patria», deber que ahora «recae sobre la propia universidad».
Los familiares de los desaparecidos recogieron uno a uno los títulos póstumos de sus allegados arropados por aplausos y proclamas reivindicativas y agradecieron el gesto a la institución y a las autoridades presentes.
Una de ellas, Angélica Muñoz, viuda de Alejandro Arturo Parada, dijo a Efe que «a pesar del tiempo pasado» es un reconocimiento «que de algún modo cierra una herida» en un país en el que siente que «falta justicia».
Muñoz sostiene el título que debía de haber obtenido su compañero sentimental al acabar sus estudios, un hecho que le fue imposible lograr ya que fue secuestrado y desaparecido en julio de 1974, dos meses antes de que naciera la hija de ambos, que posa junto a ella, la cual confiesa que «estudió medicina, como su padre».
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