Permiso, ¿puedo hablarle un momento? El encuentro se produjo en una cafetería un día 8 de julio. Hasta ahí nada extraordinario para comenzar una historia si no fuera porque el señor que pidió permiso para hablar era el argentino nacionalizado español Alfredo Di Stéfano, y su interlocutor el brasileño Tostao, nacido como Eduardo Gonçalves de Andrade.
Así que no fue un encuentro más en un lugar cualquiera. El 8 de julio de 1994, víspera del partido de cuartos de final del Mundial de Estados Unidos que Brasil ganó por 2-3 a Holanda, la ‘la Saeta rubia’ y ‘el Pelé blanco’ se conocieron en la cafetería del estadio Cotton Bowl de Dallas.
El mítico exjugador del River Plate, Huracán, Millonarios y Real Madrid, quien cuatro días antes había cumplido 68 años, supo ese día que era ídolo para quien fue proclamado como el mejor de México 70.
Tostao reveló que conocer a Di Stéfano le convenció de una vez por todas de dedicarse al periodismo para seguir aferrado al fútbol que había abandonado casi veinte años atrás.
Tenía entonces 47 años y a Estados Unidos había viajado como columnista y comentarista invitado por medios brasileños.
Hoy, con 74 años, el arquitecto de la más elogiada selección de fútbol de todos los tiempos es uno de los comentaristas deportivos más respetados de Brasil.
La afinada pluma y sus certeras opiniones son referencias obligadas por sus colegas, entrenadores, exfutbolistas e hinchas.
Quienes le vieron jugar, coinciden en que fue un zurdo versátil al que le daba lo mismo desempeñar el rol de centrocampista, el de alero o el delantero centro. Todo lo hacía bien.
Hábil, ligero pero de potente pegada, precisión quirúrgica para filtrar pases. Su técnica para dominar el balón abrió una suerte de Capítulo de Excepciones a ciertas leyes de la física.
Y por todo esto sus mismos compatriotas un día decidieron llamar ‘Pelé blanco’ al que ya conocían como ‘Tostao’.
Irónico pensar que por una lesión en el ojo tuvo que colgar las botas con tan sólo 26 años el hombre que tenía una privilegiada visión del juego que más apasiona a los brasileños.
Las cosas trascendentales en su vida ocurrieron rápido pero dejaron huellas imborrables.
Debutó a los 17 años en Cruzeiro. Conquistó cuatro títulos seguidos de la Liga de Minas Gerais entre 1966 y 1969.
Por ser delgado y bajito, le apodaron Tostao, que era como en la década de los años 50 se denominaba en Brasil a la moneda más pequeña y de menor valor. Hasta hoy, estar pasando por una situación económica precaria se resume con la expresión popular que podría traducirse: «No tengo ni un ‘tostao'».
Pero el Tostao del fútbol era invaluable. Tenía 19 años cuando fue convocado para el Mundial de 1966. En un partido anotó un gol.
El 24 de septiembre de 1969, Tostao recibió un balonazo en el rostro que le provocó desprendimiento de retina. Aquella tarde, el Cruzeiro visitaba al Corinthians en el Pacaembú.
Fue una jugada normal en la que el defensa Ditao soltó un balonazo que involuntariamente impactó en el ojo izquierdo.
A comienzos de octubre fue operado en Houston por el doctor brasileño Roberto Abdalla Moura, quien lo autorizó para volver a los entrenamientos en abril de 1970, dos meses antes del Mundial.
Mario Jorge ‘Lobo’ Zagallo lo convocó e hizo lo impensable: acomodó en su formación titular a cinco jugadores que en sus equipos portaban el dorsal 10: Pelé en Santos, Tostao en Cruzeiro, Jairzinho en Botafogo, Gerson en Sao Paulo y Roberto Rivelino en Corinthians.
En ese revolucionario dibujo táctico, Tostao portaba el número 9 y era el escudero de Pelé en la línea delantera. El resto de la historia en México es conocida. La medalla de campeón de Tostao quedó en poder del doctor Moura.
En 1971, con 24 años, fue nombrado Mejor Jugador de América. En 1972 cambió al Cruzeiro por el Vasco da Gama en lo que fue la transacción más cara de la época.
Diez meses después, en 1973, la pesadilla volvió. Una inflamación en el mismo ojo le hizo regresar a Houston. Pasó por cinco cirugías, pero no hubo milagro. De haber seguido jugando corría el riesgo «de perder totalmente la visión del ojo izquierdo», sentenció Moura.
Tostao, ‘el Pelé blanco’, marcó el último gol de su carrera el 10 de febrero de 1973. El día 27, tras un amistoso con Argentinos Juniors, anunció su retirada. Ya había estremecido las redes de los rivales 300 veces, 36 de ellas en 65 partidos con la Canarinha.
Tras colgar las botas, Eduardo Gonçalves de Andrade hizo la carrera de Medicina, que ejerció por pocos años y combinó con la enseñanza de Semiología en la Facultad de Ciencias Médicas de Belo Horizonte. Hasta que el periodismo lo flechó con el tiro, otra vez certero, de ‘la Saeta rubia’. EFE
[…] Tostao, el “Pelé blanco” que se aferró al periodismo por Di Stéfano (Video) […]