GINEBRA/Suiza.- La ONU defendió hoy su deber de vigilar que los Estados miembros protegen los derechos humanos y consideró inquietante el intento sin precedentes de impedir que sus expertos cumplan esa misión desde las fronteras de un país, cuando éste no les permite la entrada.
Al inaugurar hoy el 38 periodo de sesiones del Consejo de Derechos Humanos (CDH), el alto comisionado de la ONU, Zeid Ra’ad al Hussein, dijo que Hungría amenaza con convertirse en el primer país del mundo que criminaliza el seguimiento de una problemática de derechos humanos desde la frontera.
Según el jordano, el país europeo no sólo pretende convertir en delito la vigilancia de los derechos humanos en frontera o en zonas fronterizas, sino incluso los actos de «facilitar información, asistencia legal o ayuda a los inmigrantes».
El gobierno del ultranacionalista, Viktor Orbán, felicitó recientemente a los gobiernos de Italia y Malta por rechazar la entrada a sus puertos del buque de rescate «Aquarius», que España decidió recibir en un gesto humanitario.
España decidió recibir en un gesto humanitario a más de 600 inmigrantes varados en el mar.
La norma, si es aprobada por el Parlamento húngaro dominado por partidos conservadores nacionalistas, también impediría en muchos casos que la justicia pueda intervenir para declarar la ilegalidad de una determinada acción.
«Es esencial que entidades independientes sean capaces de supervisar la situación de derechos humanos de los inmigrantes sin miedo ni obstrucciones. Estas prohibiciones y otras acciones recientes del gobierno húngaro estigmatizan y hacen daño a los inmigrantes y solicitantes de asilo», lamentó Zeid.
El seguimiento y documentación a distancia de la situación de derechos humanos es una práctica que se ha vuelto relativamente común para la ONU cuando se enfrenta a gobiernos que niegan de forma sistemática el acceso a sus observadores y expertos.
Ocurre en el caso de Siria, donde elgobierno lleva siete años impidiendo cualquier acceso al personal de derechos humanos de la ONU; en Birmania, Burundi, Corea del Norte y en Venezuela, y en Israel, que es la única puerta de entrada para los territorios palestinos ocupados.
Gracias a la recogida de información a distancia -través de testimonios de personas que son entrevistas cuando salen de los países o a través de diversas tecnologías si permanecen dentro- la ONU puede elaborar informes sobre lo que ocurre en los países que deciden no colaborar con ella.
Zeid se dirigió a ciertos países para pedirles que cambien de actitud y cooperen, como a Israel, país al que reclamó «acceso a todos los mecanismos de derechos humanos», o a China, a la que criticó por impedir que activistas chinos colaboren con representantes de la ONU.
De Corea del Norte, nación con la que Estados Unidos ha iniciado conversaciones para su desnuclearización, reveló que el seguimiento a distancia indica que «hay pocos cambios en relación a las violaciones graves y sistemáticas de los derechos humanos», lo que incluye la imposibilidad de salir del país o comunicarse con el exterior.
Con este balance, Zeid, de 54 años, dejará a fines de agosto su puesto de alto comisionado para los derechos humanos, al que declinó volver a presentarse para un segundo periodo de cuatro años.
La ONU ha abierto el proceso de búsqueda de una personalidad que pueda asumir la gran responsabilidad que incumbe a este cargo.
Zeid, un diplomático jordano que ha desarrollado gran parte de su carrera en organizaciones internacionales y en la ONU, es reconocido por su capacidad de denunciar con nombre propio a gobiernos y políticos que fallan en su deber de proteger los derechos humanos o incitan a los abusos.
EFE/Foto: soncriticos.com