La persona humana con su infinita inteligencia casi siempre encuentra solución a los problemas de sobrevivencia. Cualquiera sea el tiempo que sea , cualquiera sea el espacio que tenga. Esto ocurre con la economía solidaria, que tiene entre sus fundamentos más importantes construir el camino en donde cada ser humano tenga acceso al bien común. Y, en ese derrotero, propiciar un mundo de justicia, paz y armonía.
La economía solidaria, sin embargo, no tiene historia reciente. Viene de muy antiguo. Y hay quienes señalan que su origen tiene mucho que ver con la creación de las cooperativas, las mismas que alcanzaron presencia en las industrias para hacer frente a la desigualdad y necesidades de los trabajadores.
Uno de los referentes que puede discutirse en el aula de debate es Robert Owen. Allá por 1771 empezó a buscar soluciones a la desigualdad existente entre los trabajadores del campo y los trabajadores de la ciudad y su contrapartida integrada por las personas con poder económico. Ese predicamento hizo posible que recién en 1844 surgiera la cooperativa Rodchdale, dentro de un centro industrial de explotación carbonífera y en cuyo escenario, años anteriores, se había intentado organizar las cooperativas, lamentablemente sin éxito alguno.
La historia tiene valor para los tiempos actuales, cuando las diferencias entre quienes tienen poder económico y los que carecen del mismo, son cada día más visibles. Los que llevaron adelante la cooperativa Rodchdale, recogieron de los desencuentros las mejores experiencias, aprendieron a desarrollar formas de organización y a entender que la solidaridad y el trabajo conjunto, le dan legitimidad a la acción de una institución en la que todos son dueños.
Hemos citado el caso de los pioneros del cooperativismo porque habiendo logrado empoderarse en Inglaterra, no tardó en constituirse en modelo para hacer lo mismo en otros países del mundo. Demoró, sí, en llegar a Perú y a América Latina. Lo que hay que tomar en cuenta en todo caso es que fueron los sectores de menos recursos económicos que vieron en el cooperativismo el signo de la solidaridad para atender las necesidades más vitales. Hoy en día el cooperativismo puede entender como una expresión de la economía solidaria. Y no solo en lo que respecta al ahorro y crédito, sino más bien en el trabajo participativo, que es lo que le da forma asociativa por sus prácticas autogestionados, democráticas, participativas y humanistas. No está en el espíritu de las mismas el ánimo de lucro, sí está, en cambio, la firme voluntad de alcanzar el desarrollo integral del ser humano como protagonista fundamental del verdadero concepto de la economía (rma).