Caiga quien Caiga y un Vladimiro Montesinos bien interpretado

 

Desde que uno tenía la premisa que estábamos frente a la película de Vladimiro Montesinos la expectativa crecía ya fuera por la interpretación del criminal asesor de Alberto Fujimori o por la historia que se iba a contar. En este último caso, debo admitir mi omisión de no haber leído el libro, homónimo al filme, de José Ugaz, ex Procurador de la Justicia en el Perú y el hombre que coordinó la captura de Montesinos. De haberlo hecho no hubiera sentido cierta desazón al final de la proyección.

No esperen ver, como yo sí lo hice, una biografía de Vladimiro Montesinos, pues Caiga quien Caiga sólo se circunscribe a la etapa posterior al ya famoso video de Alberto Kouri y Montesinos sentados en la salita del SIN (Servicio de Inteligencia Nacional) mientras el segundo le entregaba fajos de billetes al primero, comprando su postura como legislador. Es decir, nos relata toda la fuga del Doc y su posterior captura en Venezuela.

Por lo que lo más interesante de la película peruana Caiga quien Caiga pasa a ser el reto actoral entre Miguel Iza (Vladimiro Montesinos) y Eduardo Camino (José Ugaz). Desde esa perspectiva estamos frente a una realización peruana inusual, con el cineasta Eduardo Guillot tras una trama con mucho ritmo, intensa, y en su mayoría bien contada.

Personalmente, le hubiera reducido las dos escenas de sexo a una, el “gancho” del desnudo de Kukuli Morante es un recurso un tanto arcaico aún en el cine nacional. Una escena sensual debe encajar naturalmente en el relato de un filme y no verse impuesto y forzado. Fuera de ello, hubiera sido agradable no tener a un personaje tan arquetípicamente positivo como la interpretación de Ugaz ante el claramente villanesco Montesinos. Pero, volvemos a que es una adaptación de la realidad y eso te deja poco margen.

Vamos con Miguel Iza, en mi columna semanal de cartelera escribía que no tiene parecido físico con Vladimiro Montesinos (aunque, ciertamente, Camino no se parece en nada a José Ugaz), pero que en filmes como Ali de Michael Mann más pesó la excelente actuación de Will Smith (que no se asemeja a Muhammad Ali) que la similitud entre actor y personaje.

Pero, debo reconocer que el maquillaje transforma a Iza en Montesinos, y ya su correcta interpretación termina de darnos ese efecto de estar frente al Rasputín de Fujimori: Vladimiro Montesinos. Una performance cuidada al detalle por Miguel Iza, que a pesar de su formación teatral no cae en el vicio de impostar su actuación, quizás en algún momento lo hace, pero no de forma continua. Si tuviéramos un Oscar peruano, ya tendríamos a un candidato fijo a Mejor Actor.

La Lima de inicios del Siglo XXI no necesita mayor ambientación, hemos cambiado, pero no tanto. Con quitarles los smartphones a los protagonistas de Caiga quien Caiga ya le dábamos un contexto adecuado y fiel. El trabajo final resulta entretenido, y ya se hace sentir en la taquilla nacional donde la película viene con muy buenas cifras. El clima de corrupción actual le da un interés mayúsculo al escándalo que durante años fue el más grande (hoy se tendría que volver a analizar si no lo superamos).

Un comentario final, antes de los créditos finales se muestra la actualización de los protagonistas de Caiga quien Caiga, pero la producción escoge colocar los textos al borde de la pantalla, que se come las oraciones finales. Errores como estos muchas veces separan un producto de talla nacional con uno internacional. A cuidar los detallitos.

Desde esta tribuna, recomendamos con entusiasmo ir a ver la película peruana Caiga quien Caiga. Es una buena inversión de dinero y tiempo.

 

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