El compendio de los que saben de fútbol coincide en que Perú juega bonito pero no sostiene los resultados por lo que los triunfos no acompañan. O sea que la cruel condena sobre esto mismo tiene para rato que obligará a Ricardo Gareca utilice un nuevo chip.
Muchos prefieren que el juego bonito se deje de lado y se fortalezca la sonrisa gananciosa en desmedro del espectáculo.
Cierto que lo ideal sería jugar bien y ganar para que los ácidos personajes de la crítica mordaz se muerdan la lengua y no acaben envenenándose. Dejen que el ‘Tigre’ haga su trabajo.
No se le puede pedir al DT argentino que se gane todos los partidos porque no hay selección en el mundo invencible pero buscar el mejor acercamiento a la perfección es el camino de libre tránsito.
Ahora bien, Alemania debe resultar un rival más complicado que la ‘Naranja Mecánica’ y si la victoria sea compañera aliada, no podremos caer en la sentencia de ser el mejor equipo del mundo.
Como tampoco podrá decirse que una derrota será suficiente argumento para fusilar al entrenador. Sería un retroceso de muerte después de todo lo que se avanzado en los últimos años.
El fútbol es un misterio con fórmulas y tácticas que se entredicen, se aplica de forma diferente a cualquier grupo y el elenco peruano no está libre de caerle la viruta molestosa de la madera bien trabajada.
En suma, lo que más nos interesa es que el equipo haga ajustes necesarios y saberse fuerte, con suficiente punche para los partidos de la Copa América 2019 en Brasil y el camino a Qatar 2022.
Además está bien que los críticos de acá y el exterior hable de nosotros, bien o mal. Quiere decir que provocamos una reacción de discusión en cadena que va, en el mejor de los casos, ayudar a Gareca salir de su libreto de sabelotodo.
Gareca tiene a su favor que conoce al grupo y entre los altibajos que pueda tener, emergen algunos como es el caso de Pedro Aquino que se despunta con los mejores augurios para convertirse en dueño del puesto.
De hecho que no le va a gustar a Renato Tapia pero eso es razonable que ocurra. Obligará a una puja por ser mejor y eso ojalá ocurriera en cada puesto.
Es por ello que sufrimos al darnos cuenta que después de Paolo Guerrero no hay un ‘9’ que tranquilice y debemos tomar agua de azahar cada vez que el ‘Depredador’ tenga que ausentarse. (Hugo Laredo Medina).