Lima, la capital del Perú, fue la cuna del primer vino y del primer viñedo de Suramérica, plantado entre 1539 y 1541 por el capitán español Hernando de Montenegro, con la ayuda fundamental de los nativos, según documentos descubiertos por el investigador peruano Guillermo Toro-Lira.
«Montenegro fue dos veces alcalde de Lima, las evidencias que corroboran la existencia de este viñedo están en una probanza de méritos y servicios realizada en Lima en 1556″, explicó a Efe el experto, quien publica las evidencias en el libro ‘Las viñas de Lima: inicios de la vitivinicultura sudamericana: 1539-1551’.
Tras investigar en archivos peruanos y en el Archivo Histórico Provincial de Valladolid y el Archivo General de Indias, de Sevilla, Toro-Lira encontró documentos que el capitán anexó durante un juicio para mostrar «todas sus contribuciones leales a la corona».
En el documento del siglo XVI se interroga a testigos «si ellos saben que él fue el primero que plantó viñas en el reino del Perú y que de esas viñas han salido todas las que hay hasta Chile, pasando por Huamanga, Cusco y Arequipa».
Uno de esos testigos fue Alonso Martín de Don Benito, alcalde de Lima en 1551, quien respondió «que es verdad que fue el primero que empezó a poner viña en esta ciudad y la plantó y de su casa y viña se ha proveído esta ciudad, como Huamanga, Arequipa, Cusco y Chile».
Otro testigo, de gran relumbre histórico, fue Nicolás de Ribera «El viejo», el primer alcalde de Lima en 1535, quien corroboró que Montenegro «fue la primera persona que plantó viña en esta ciudad de donde se ha ‘hinchido’ (expandido hasta sus límites) todo el reino y que así mismo ha plantado muchas plantas del reino de Castilla».
Las pesquisas de Toro-Lira le permitieron validar su investigación y determinar que la viña de Montenegro se ubicaba en los terrenos de la actual Universidad Nacional de Ingeniería, por donde pasaba el antiguo camino prehispánico hacia Trujillo.
«Montenegro plantó el viñedo durante ese periodo y luego repartió sarmientos a otras personas en Lima, entre ellas a por lo menos siete viñedos más», acotó.
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Uno de esos fue plantado por Juan Ramiro y María Martel en el terreno que ocupa la antigua Biblioteca Nacional, otro por Jerónimo de Aliaga cerca a la actual avenida Alfonso Ugarte y el río Rímac, y uno más, «casi con seguridad», por el conquistador Francisco Pizarro, en los terrenos del convento de San Francisco.
«Tengo los viñedos bien ubicados en un mapa de Lima, hay cuatro más que se ha probado su existencia, pero no he podido determinar su ubicación exacta», acotó.
Toro-Lira también determinó que el primer vino de Suramérica fue hecho en Lima en 1551 y que las minas de plata de Potosí (en la actual Bolivia) «fueron el primer gran mercado del vino limeño y uno de los mercados objetivos de los primeros vitivinicultores».
«A partir de 1551 se crea la ruta comercial Lima-Potosí-Lima, por la que se llevaba vino y regresaba convertido en plata», detalló.
Para todo eso, la contribución de los indígenas fue fundamental, ya que «por milenios se especializaron y perfeccionaron el sistema agrario para el clima desértico de la costa peruana, con los canales para regar», sostuvo el investigador.
«Los españoles trajeron la vid, pero las manos fueron de indígenas, eso ha sido probado cien por ciento», dijo antes de agregar que estudios genéticos realizados en España han determinado que las primeras vides de Montenegro «tienen que ser, con una probabilidad extremadamente alta, de la Listán prieto».
«Todas las uvas americanas antiguas, como la pisquera ‘Negra criolla’, la conocida en Chile como ‘País’, la ‘Criolla chica’ de Argentina, la ‘Mission’ de California, son idénticas y son de la variedad actual Listán prieto, que ya se extinguió en Europa y solo sobrevive en las Islas Canarias», sostuvo.
Toro-Lira también trabajó con investigadores del municipio español de Villanueva de la Torre, en la provincia de Guadalajara, de donde procedía el capitán español y que ahora busca «dar el reconocimiento que Hernando de Montenegro se merece en el mundo».
EFE