PUNO.- Desde este año, los más de 1,800 habitantes de la comunidad de los Uros disfrutan de los beneficios de la energía eléctrica, mediante paneles solares, que les permite dinamizar sus actividades, entre ellas el turismo.
Asentados por siglos en las aguas del majestuoso Titicaca, los Uros son una milenaria cultura que se erige como guardiana del lago más alto del mundo, en la región Puno.
Para llegar a sus islas flotantes, construidas de totora (planta acuática que crece en la superficie del Titicaca), los visitantes deben subir a embarcaciones desde la bahía de la ciudad de Puno, cuyo costo de pasaje varía entre 10 y 30 soles por persona.
Una de las islas más cercanas a Puno es Tahuantinsuyo, donde viven seis familias. Son 21 hombres, mujeres y niños. Sus principales actividades son la artesanía y la pesca, además del turismo, que crece día a día.
Ese desarrollo de actividades ahora está potenciado con la instalación de paneles solares en las islas flotantes de la comunidad de los Uros, como parte del proyecto de electrificación rural que ejecuta la empresa Ergon, por encargo del Ministerio de Energía y Minas.
Solución adecuada
Ante la dificultad de tender redes de transmisión por las aguas del Titicaca, el Gobierno decidió impulsar un proyecto para instalar paneles que captan la luz solar y proveen de energía eléctrica para satisfacer necesidades básicas como iluminación, cargador de celulares, radio y televisión.
“Hasta el momento tenemos 485 paneles solares instalados en las islas, pero serán 800 familias las que se beneficiarán cuando finalice todo el proyecto”, comentó la alcaldesa de la comunidad de los Uros, Rita Suaña. El 10 de noviembre, el ministro de Energía y Minas, Francisco Ísmodes, llegó hasta la isla Tahuantinsuyo para la inauguración simbólica de los paneles solares.
Hasta hace poco, era algo impensado que la electricidad llegue a los Uros, pero ahora con los paneles solares los niños podrán estudiar de noche y sus padres trabajar sus artesanías y fabricar sus balsas.
Luz segura
Además, la luz eléctrica generada por los paneles solares brinda seguridad a las islas flotantes de los Uros, porque antes, para tener alumbrado en las noches, se encendían velas, lo cual era un riesgo patente para las casas y los pisos hechos de paja de totora donde viven los pobladores de esta comunidad.
“La totora sirve para construir casas, aunque también fabricamos nuestras camas con ella. Al año hacemos mantenimiento de las instalaciones de las islas, y cada seis meses del techo de las viviendas”, cuenta Leonidas Coelacchar, presidente de la isla Tahuantinsuyo.
“Los más antiguos hacen el techo de las casas de totora en tres días, pero las nuevas generaciones nos estamos quedando y no aprendemos eso porque es muy complicado, porque los jóvenes quieren hacer las cosas rápido, pero ese trabajo es un poco lento”, dice Leonidas.
Sin embargo, hay familias que se dedican a la fabricación de techos de totora y lo vende la unidad a 180 soles. Un negocio local importante, tomando en cuenta que todos los años se debe cambiar el techo, el cual debe estar en buenas condiciones para soportar el frío en la temporada de heladas (junio y julio).
Turismo, artesanía y pesca
La oportunidad de tener luz eléctrica en sus islas flotantes, no solo mejora la calidad de vida de los Uros, sino que también amplía la perspectiva de sus actividades productivas y negocios.
En los últimos años las islas flotantes han diversificado su oferta turística: ofrecen paseos en balsas de juncos, alojamiento básico y gastronomía tradicional y moderna.
Lo que ha permitido que reciban turistas extranjeros, sobre todo de Estados Unidos, Australia, Italia, Japón y Francia. A todos les asombra que los Uros vivan en las islas flotantes.
Otra actividad destacada es la producción de la artesanía tradicional que se comercializa en las islas.
La ropa y los objetos que se producen son chuspas, alfombras, bolsas bordadas, chullos y fajas. También se realizan trabajos en las cañas de totora, para construir balsas y adornos. Actividades que los Uros suman a la pesca, la fuente principal de su alimentación.
“Normalmente nos levantamos a las 5 de la mañana, pero cuando vamos a pescar nos despertamos a la 2 de la madrugada y volvemos cuatro horas después”, comenta Leonidas.
Pescan karachi, mauri y pejerrey para su consumo o para comercializarlo entre ellos, o llevan los productos a la bahía para que lo vendan a la ciudad de Puno.
Trueque vivo
Para conseguir frutas, verduras y víveres, los Uros todavía practican el trueque, llevan el pescado fresco o en charqui y la caña de totora a las penínsulas, para intercambiarlos con papa, quinua, oca, olluco, habas y otros productos.
El objetivo de vida de los Uros es conservar sus tradiciones, pero a la vez buscan aprovechar las oportunidades que se les presenta con la instalación de servicios básicos, como la energía eléctrica, y el desarrollo de actividades con gran potencial como el turismo.
Christian Ninahuanca/Andina