La selección peruana Sub 20 jugó en Chile 2019 como si el pasado, triste y nefasto, se reencarnara en el actual equipo de Daniel Ahmed.
Cuando ya creíamos que una Sub 20 fortalecida y sin grietas iba a dar pelea en el certamen organizado por los chilenos, caímos en la brutal realidad de no haber avanzado ni un centímetro.
Lo chicos pusieron empeño pero no fue suficiente para lograr los resultados requeridos. Eso de jugar en forma lateralizada y renunciar al juego frontal, pasó factura.
No tuvimos ataque, nunca se buscaron los delanteros con los mediocampistas para husmear las áreas de cenizas candentes lo que provocó jugar lejos de los arqueros rivales.
Jugamos igual los cuatros partidos, sin que se hiciera un cambio táctico para que la eliminación se forrara de sequía absoluta y estar igual que Bolivia, Paraguay y Chile sin clasificar al Hexagonal que dará cuatro cupos para el Mundial de Polonia.
Un comienzo tibio, con un triunfo ante Uruguay por 1-0, hizo alentar alguna esperanza. Fue un espejismo. El equipo charrúa mereció mejor suerte porque hizo el gasto y un penal dudoso convertido por Fernando Pacheco, posibilitó la captura de tres puntos.
Fue una suma que se congeló porque ya no encontramos la forma de incrementar la bolsa y se perdió con Paraguay, Ecuador y finalmente los argentinos. Una travesía cargada de resultados adversos y la eliminación prevista, anunciada, para regresar tempranamente y ver por TV los partidos que restan.
De hecho Ahmed tendrá que dar cuenta del fracaso. Tuvo apoyo, se le dio los partidos de ensayo que pidió y a cambio devolvió un paquete de resultados que preocupa porque en esta generación estaba depositaba nuestra esperanza de un mejor futuro. (Hugo Laredo Medina).