Andrés Roca Rey sale en hombros alternando con Castella y Morante en España

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ILLESCAS (España).- El diestro peruano Andrés Roca Rey salió hoy a hombros en Illescas (Toledo, centro de España) merced a una resuelta faena de dos orejas al mejor toro de la corrida, el tercero, y en la que demostró que, a sus 22 años, tiene ambición para dar y tomar, y un techo todavía inalcanzable.

En el primer festejo de la nueva temporada, en el que junto con Roca Rey, alternaron Morante de la Puebla y el francés Sebastián Castella, que sustituía a José María Manzanares, baja de última hora por una lumbalgia.

El «no hay billetes» llevaba colgado en la taquilla desde hace semanas. Nadie quiso perdérselo, ni siquiera el rey emérito Juan Carlos I, quien acudió al festejo acompañado de su hija mayor, la infanta Elena, hermana del Rey Felipe VI de España.

Roca Rey se encontró de primeras con un toro que salió de chiqueros enterándose, pendiente en todo momento del callejón, pero con «carbón» en sus espaciadas y vibrantes arrancadas, lo que aprovechó el peruano para llevar pronto la emoción a los tendidos con un ceñidísimo quite por chicuelinas.

Sin solución de continuidad, abrió la faena de muleta con unos estatuarios, quieto como un poste, que pusieron a la plaza en ebullición.

La primera tanda, sobre la mano derecha, dejó claro quién mandaba ahí. Había surgido el temple para reducir las revoluciones del toro de Jose Vázquez, que tuvo mucha raza y un extraordinario pitón derecho, y que acabó rendido al valor y a la tremenda autoridad del joven limeño, dueño y señor de la situación.

Varias cositas en la distancia corta, y una soberbia estocada al encuentro le pusieron en sus manos las dos orejas.

Lástima que no pudiera redondear con el afligido y rajado sexto, muy protestado por el tendido, y al que fue imposible robarle ni un solo pase por mucho que Roca Rey lo intentara de todas las formas posibles.

Morante anduvo esforzado y gustándose por momentos con un primero de corrida que, por sus pocas fuerzas, tendió a defenderse y a puntear los engaños, sin descolgar y quedándose también cortito.

El sevillano, que había dejado alguna verónica marca de la casa en el recibo y un inicio por bajo con la muleta de tremendo sabor, llevó a cabo una faena muy medida y salpicada con algunos muletazos de exquisita firma sobre ambas manos, más la condición del animal impidió que aquello tuviera continuidad. No obstante, la gente disfrutó, y por eso, tras una casi entera, logró la primera oreja de la tarde.

Lástima que Morante se conformara con ese solitario trofeo, porque con el cuarto, también de desabrida condición, no pasó de las apariencias a lo largo de un breve, displicente y protestado trasteo, que, por si fuera poco, tuvo una pésima rúbrica con los aceros.

Castella anduvo insistente en exceso con un segundo flojo y desfondado, que llegó a echarse hasta en tres ocasiones. El francés puso demasiado empeño en un trasteo anodino.

Tampoco hizo mucho con el quinto, con la única diferencia de que éste tuvo mejores arrancadas pese a su mansedumbre. Pero Castella no acabó de cogerle el pulso en una labor larga y un punto deslavazada en la que, si bien hubo una tanda por cada pitón de buena firma, el conjunto se antojó insuficiente por mucho que cortara finalmente una «orejita».

FICHA DEL FESTEJO:

Toros de José Vázquez, de buenas y parejas hechuras, pero blandos, sin clase y de poco juego en conjunto, a excepción del tercero, que tuvo mucha raza, transmisión y un muy buen pitón derecho.

José Antonio «Morante de la Puebla», de blanco y azabache: casi entera desprendida y atravesada (oreja); cinco pinchazos y otro hondo (pitos tras aviso).

Sebastián Castella, de tabaco y oro, y que sustituía a José María Manzanares: pinchazo, y estocada trasera y desprendida con derrame (silencio); pinchazo y estocada trasera (oreja tras aviso).

Andrés Roca Rey, de gris plomo y plata: estocada al encuentro (dos orejas); y estocada en los costillares y estocada baja (silencio).

En cuadrillas, Fernando Pérez y Rafael Viotti saludaron tras banderillear al segundo.

Incidencias: El rey emérito Juan Carlos presenció la corrida desde una barrera acompañado por su hija, la infanta Elena.

La plaza registró lleno de «no hay billetes» en la taquilla (5,280 espectadores).

EFE/Javier López

 

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