Tender puentes con los otros poderes y fuerzas políticas para una agenda única de emergencia es una urgencia nacional que deberá afrontar el primer ministro, Salvador del Solar. Ante esta dimensión es irrelevante que sea “antifujimorista”, deberá tragarse todos los sapos en pro de la gobernabilidad y de disipar las dudas que mayoritariamente han surgido sobre su futura gestión.
Más allá de la voluntad marketera a la que responde su designación, nuestro joven premier tiene la formación y deberá adquirir la experiencia política que todavía no tiene para unir y reunir a todos los sectores. Lo cortés no quita lo valiente y uno de sus desafíos será devolver las buenas maneras a la política local plagada de dimes y diretes y de escándalos que oscurecen la imagen de congresistas y funcionarios de estado. Le toca estar dispuesto al diálogo y concretarlo, ejercerlo para superar crisis y crispaciones pan de cada día. Buscar las coincidencias y alejarse de los puntos en controversia, algo que se dice rápido pero no es tan fácil dados los graves problemas que enfrenta el Gobierno en lo económico, social y estructural.
La imagen para muchos es que el Estado está de espaldas a la población, que no atiende urgencias irreductibles como el flagelo de la anemia. Que las premuras no son compensadas por la prioridad monotemática de la lucha contra la corrupción. El desafío es enorme. Vizcarra ha puesto su destino en manos de un joven abogado, con excelente formación académica y gran impacto mediático por su éxito en el cine y la televisión. Su apuesta podría darle frutos pero en un país tan complejo, poco gobernable y bajo shock ético, es impredecible adelantar resultados. Más aún cuando la discutible interpelación al Ministro de Justicia anuncia vientos de fronda que podrían liquidar en la práctica las buenas voluntades de diálogo y de acercamiento. Veremos.