NUEVA YORK.- En sus más de 50 años de defensa de la vida animal y el medioambiente, Paul Watson ha llevado a cabo numerosas iniciativas descritas como violentas para contrarrestar la pasividad de los gobiernos, que asegura son los que crean los problemas en lugar de solucionarlos.
«La historia me ha enseñado que todos los movimientos sociales son liderados por personas apasionadas. Los gobiernos no solucionan problemas, los crean», dijo este viernes en una entrevista telefónica a Efe el activista, que asiste al Festival de Cine de Tribeca para presentar el documental «Watson«.
La cinta, dirigida por Lesley Chilcott, expone su visión y su trayectoria, desde su infancia hasta la actualidad, y narra su etapa como cofundador de Greenpeace y cómo sus desavenencias con esta organización, que considera demasiado pacífica en sus acciones, le llevaron a formar la Sea Shepherd Conservation Society en 1977, que lucha por proteger la vida marina.
«Que me echaran de Greenpeace fue lo mejor que me podía haber pasado», asegura Watson en el filme, que compara las acciones de esta organización con «ver como se viola a una mujer o se mata a un gato y simplemente colgar una pancarta en protesta».
Sus acciones extremas, como embestir o abordar forzosamente barcos a la caza de ballenas, han llevado a que la Sea Shepherd haya sido descrita como una organización de «eco-terrorismo» y a Watson a ser incluido en la lista de criminales de la Interpol, algo de lo que él se defiende de manera rotunda.
«Estoy orgulloso de que nunca hemos hecho nada criminal y queremos seguir así. Lo que empecé en 1977 es una postura que llamo violencia no agresiva», explicó a Efe Watson.
Y es que el canadiense está convencido de que sólo con iniciativas como la suya, dirigidas por «personas apasionadas», puede salvarse el mundo.
«Tenemos que entender que si el océano muere, todos morimos. No se puede vivir en este planeta con un océano muerto», asegura el conservacionista de 68 años, que está convencido de que los políticos no van a hacer nada para evitar el cambio climático.
El acuerdo climático que se alcanzó en París en 2015, opina, «fue un espectáculo para los líderes, que no tenían ninguna intención de hacer nada y siguen sin tenerla» y, por lo tanto, los políticos «se merecen ser ignorados».
En su lucha por defender la vida marina, Watson se ha enfrentado a los gobiernos de Canadá, Rusia, EE.UU., Alemania y Japón, entre otros, y sigue teniendo una causa pendiente con los nipones por sus actividades para tratar de frenar la tradicional caza de ballenas del país.
En algunas de ellas, los activistas del Sea Shepherd ponen en peligro sus vidas enfrentándose directamente con los barcos pescadores de ballenas, armados con enormes arpones y desplazándose a gran velocidad.
Watson es de la opinión que no es injusto pedirle a alguien que arriesgue su vida para salvar a una ballena, como se le reprocha, y apunta que hay gente que hace lo mismo por proteger el petróleo participando en guerras, por ejemplo. «Esto me parece mucho más honrado», apunta.
Tampoco le convence el argumento de que muchos de los que llevan a cabo la pesca ilegal viven en la extrema pobreza y lo hacen para sobrevivir o para intentar salir de esa situación.
«Es como tener simpatía por un traficante de drogas o por los ladrones de bancos, que también tratan de sobrevivir. No te puedes ganar la vida rompiendo la ley y los cazadores furtivos son criminales», insistió.
El activista subrayó que los pescadores «están destruyendo el planeta» y que su trabajo puede «significar el fin de la existencia para la especia humana si seguimos a este ritmo».
«¿Que es más importante: el futuro de nuestros hijos y nietos o que alguien siga haciendo dinero con actividades ilegales?», zanjó.
EFE
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