El pronunciamiento de Pedro Olaechea, en su condición de presidente del Congreso, es un aviso a todas las fuerzas políticas de cómo va comportarse el fuijimorismo. Lo hace en su condición de presidente del congreso, para zaherir a Martín Vizcarra, sin considerar su condición de presidente de la república.
Y lo ha dicho de frente, y sin ninguna sutileza: aprenda a gobernar. Y entre líneas, “si no aprende, pues nosotros lo sacamos”. Aprovecha la debilidad del ejecutivo, que casi se queda sin bancada y carece de un partido o movimiento social orgánico que lo apoye. Jugar al gato y el ratón, es la lógica de Olaechea y de Fuerza Popular: pórtate bien o te sacamos.
El objetivo es el mismo: atemorizar al gobernante, asustarlo, controlar el gobierno a través de la amenaza. En otros momentos, diríamos que quiere aterrorizar al presidente y el ejecutivo. Por supuesto, que no recurre al insulto fácil de muchos congresistas, como es el caso de Mauricio Mülder.
La amenaza la ha lanzado en una suerte de “mensaje a la Nación”. La ha dado como presidente del congreso, utilizando, todos los argumentos y formas para indicar que lo que él dice, es como piensa el congreso. Y así, ha calificado al presidente de timorato para gobernar, lo que se complementa con los otros calificativos de congresistas fujimoristas y apristas, de que Vizcarra es incapaz, inexperto, y lo más grave, azuzador de la violencia.
Que Olaechea iba a tener un comportamiento distinto al de Daniel Salaverry, era de esperarse. Pero, que se ponga como el ariete del fujimorismo para demoler al ejecutivo, y hacerlo, no como una opinión personal, sino como el sentir del congreso, ya es otra cosa. Y para que no queden dudas, lo hizo acompañado de sus vicepresidentes.
Lo de Olaechea es el comienzo. En las redes sociales la algarabía de los seguidores de la congresista Tamar Arimborgo Guerra, anuncia declaraciones que pueden quedar escritas en roca para el futuro, como esa de que el enfoque de género causa sida. Está al frente de la Comisión de Educación del Congreso, y pertenece a una de las corrientes fundamentalistas más dogmáticas.
El colectivo con mis hijos no te metas, y que coordina con los sectores religiosos conservadores, no acepta que la educación en el Perú es laica, es decir, no se basa en ninguna doctrina religiosa. No es atea ni agnóstica, como pretenden presentarla. No se opone a la práctica de la religión, pero no considera que esta debe ser obligatoria en las escuelas, y menos de una de ellas.
Y la respuesta tiene que venir, luego de que la Ministra de Educación, se ha pronunciado en una entrevista en ese sentido. Sus declaraciones sobre el carácter laico de la educación peruana, puede ser motivo de la primera “interpelación” y no deberá sorprendernos.
La otra punta de lanza del fujimorismo ha sido la reelección de Rosa María Bartra Barriga en la Comisión de Constitución. Es el premio mayor a quien se ha perfilado como una congresista contumaz, frente a las llamadas al diálogo y a la concertación.
Bartra y Arimborgo son el dúo de choque de fuerza popular. En ese campo, han superado largamente a Martha Chávez y Luz Salgado y a otras congresistas admiradoras de Alberto Fujimori, que por lo menos, aparentaban tener la razón, aunque eso era dudoso.
Con Olaechea en la presidencia más Bartra y Olaechea, esperan hacerle la vida imposible al ejecutivo y forzar la vacancia del presidente, que ya lo está moviendo el aliado natural del fujimorismo: el Apra de Mauricio Mulder.